El choque de las herraduras con el asfalto marcó el trote de más de 5.000 caballos, que abrieron paso al popular tope de San José 2012.
Con hieleras, sombreros de vaqueros y sombrillas, hubo familias que llegaron desde la madrugada para garantizarse un buen campo y disfrutar el desfile, que empezó con el sol de las 12:30 p. m.
El sonido de las trompetas despertó la fiesta y robó gritos y aplausos de un público que bailó y silbó al ritmo de la música ranchera y la canción del Año viejo .
En el recorrido desde plaza González Víquez hasta La Sabana hubo quienes almorzaron en las aceras con gallos de arracache y huevo duro, acompañados de refrescos y cerveza.
Al pie de los jinetes, se despertó la inocencia de los niños, que llamaban a los montadores para acariciar a los equinos y que sus padres les tomaran fotos con el celular.
Desdes las alturas de las bestias, hubo quienes mascaban chicle y, con lentes oscuros y camisas de cuadros, lanzaban piropos en medio de la pasarela equina.
Este es el sexto año consecutivo en que la Municipalidad de San José está a cargo de la organización del tradicional tope.
“Es una actividad del pueblo que, en estos seis años, ha sido una muestra de que, más allá de hacer obras, la Municipalidad reúne a las familias”, expresó Jorge Villalobos, presidente de la Comisión de Festejos Populares de San José.
En este tope se invirtieron más de ¢30 millones, que se autofinancian con el cobro a los caballistas.
Villalobos agregó que un 50% de las ganancias se destinarán al Hospicio de Huérfanos de San José y la otra mitad se invertirá en obras de bien social.
Conforme el calor de la mañana aumentaba, creció el número de caballistas que recorrían la avenida segunda y el paseo Colón, sin importar el cambio de color en las luces de los semáforos.
“Es una fiesta que disfrutamos en familia. Es la primera vez que vengo con mis dos chiquitos, y venir a San José es todo un paseo”, expresó Fernando Fernández, vecino de Paso Canoas, en la zona sur.
En orden. Después de seis horas de fiesta entre familias y caballistas, el viceministro de Seguridad, Wálter Navarro, manifestó que hubo orden durante el tope.
“Solo tenemos cinco detenidos por drogas, pero, en general, todo transcurrió con total normalidad”, comentó Navarro.
Por su parte, la Cruz Roja instaló 15 puestos para casos de insolación y golpes. A las 3 p. m., las unidades de emergencia habían atendido a 16 personas, ninguna de ellas de gravedad.
En el paso del tope, los jinetes más experimentados exhibieron el garbo y las horas de entrenamiento de sus corceles.
“Por cada caballo, uno invierte unos ¢450.000 mensuales en el cuido y la alimentación”, dijo Berny Cordero, caballista de Sarchí, con 15 años de experiencia.
Después de tres horas en la marcha, los peatones que querían pasar de un lado a otro de la acera debían esquivar la boñiga que tiñó de verde las calles.
La capital amaneció hoy con olor a tope, y quienes asistieron tendrán el recuerdo de haber vivido una tradición familiar que levanta emociones y permite a otros lucirse al trote de sus caballos.