El 5 de enero pasado, las corridas de toros de los Festejos Populares de San José estaban llegando a su fin cuando una embestida del Guinea, un toro de 480 kilogramos, mandó al hospital al torero improvisado Jeyfter Salazar con una lesión en los esfínteres.
En el Hospital Calderón Guardia, Salazar fue operado de emergencia. Dos semanas después, los médicos le dieron el alta tras recibir una atención que le costó a la CCSS más de ¢3 millones.
Historias como la de este joven son constantes en las plazas de toros cuando apenas arrancan las fiestas de fin de año. En ellas no solo los toreros improvisados se juegan la vida, también los toros y caballos sufren estrés y lesiones.
A pocas horas de haber comenzado las corridas en Zapote, instituciones como la Cruz Roja trabajan para atender a los arriesgados que ingresan a la arena. En el mejor de los casos, estos aventureros terminarán con raspones y fracturas; en el escenario más grave, podrían quedar con perforaciones en órganos y hasta infartos.
En los últimos festejos josefinos, fueron atendidas 257 personas en el puesto de socorro del redondel; 67 de ellas tuvieron que ser llevadas a un hospital.
Organizaciones como la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA, por su siglas en inglés), levantan la voz contra el maltrato que, aseguran, sufren toros y, en menor grado, los caballos con los que se laza en las corridas.
El uso de chuzos eléctricos, espuelas filosas y condiciones poco aptas para el traslado del animal, figuran en la lista de quejas. Los festejos terminan el 5 de enero.
Atenciones. Freddy Román, jefe de Comunicación Institucional de la Cruz Roja, explicó que, en el caso de las embestidas, las lesiones más comunes se producen en piernas y espalda. También son comunes las heridas abiertas en las nalgas de los improvisados. Menos frecuentes, pero siempre graves, son las lesiones en la cabeza.
Todo ese tipo de heridas termina siendo atendida en hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), entidad que ha criticado, abiertamente, los “toros a la tica”. Desde el 2008, los organizadores de las corridas deben comprar pólizas al Instituto Nacional de Seguros (INS) para la atención de los toreros improvisados.
En noviembre anterior, la Dirección de Coberturas Especiales de la Caja envió una nota al INS con los parámetros para los montos de cobertura de las pólizas.
Esos van desde los ¢346.000 por la atención de un torero con golpes múltiples hasta los ¢975.000 para la atención de lesiones en cráneo, radiografías, suturas y el tiempo bajo observación hospitalaria.
Freddy Román comentó que durante el desarrollo de las corridas del periodo 2013-2014 laborarán hasta 55 socorristas, varios médicos y un psicólogo.
Maltrato animal. En esta época, la WSPA llama la atención por situaciones como el estrés que los toros acumulan por traslados largos entre las fincas y el redondel. También porque, en muchos casos, el toro no es alimentado bien ni se le da agua.
Marcela Vargas, de dicha organización, lanzó fuertes críticas al uso del chuzo eléctrico y a la monta del toro hasta con dos personas a la vez.
Juan José León, de la Ganadería Beto León, aseguró que mantienen los cuidados óptimos a los animales, pero reconoció que sí se usa el chuzo eléctrico. Por reglamento, en las corridas de Zapote siempre debe haber un veterinario para la atención del animal.