Newtown. AFP. Adam Lanza, el joven que entró fuertemente armado el viernes a la escuela primaria de Newtown, en Connecticut, Estados Unidos, se ensañó contra cada uno de los 20 niños que mató –de los cuales 16 tenían seis años–, a quienes disparó repetidas veces.
“Todas las heridas que analicé fueron realizadas con un arma larga”, dijo el jefe de medicina forense de Connecticut, H. Wayne Carver, en alusión al rifle automático de tipo militar hallado en la escena del crimen. “Probablemente es la peor escena criminal que vi” en 30 años de carrera.
El forense practicó personalmente la autopsia a siete víctimas. Cada una fue alcanzada por “entre tres y 11 balazos”.
Por su lado, la Policía informó de que 16 de los 20 niños muertos tenían seis años y cuatro ya habían cumplido los siete. Doce eran niñas y ocho varones. Seis mujeres adultas, integrantes del cuerpo de funcionarios de la escuela, figuran también en la lista de víctimas. La mayor tenía 56 años.
Del idilio al horror. Los residentes del idílico pueblo de Connecticut se encontraban ayer sumidos en el horror a raíz de una de las peores matanzas en centros educativos de la historia de EE. UU.
Los investigadores han logrado en la escuela y en la casa del autor del tiroteo (que mató allí a su madre) “pruebas muy buenas” para esbozar “una imagen completa de lo que ocurrió”, dijo Paul Vance, portavoz de la Policía de Connecticut, quien no quiso hablar aún sobre los posibles motivos del autor.
El crimen también se cobró la vida de seis adultos, antes de que el atacante, vestido con ropas de combate, según informes de prensa, cayera muerto por disparos. Aún no se sabe si propios o de la Policía.
Entre los muertos figuran la directora de la escuela y la psicóloga.
Los acontecimientos posteriores a la matanza siguen siendo confusos, pero The New York Times sostiene que el autor de los disparos no tuvo dificultades para superar todas las medidas de seguridad de la escuela porque la directora le abrió la puerta, ya que conocía a la madre de Lanza, exdocente de la escuela. La Policía, por el contrario, sostuvo ayer que el tirador ingresó a la fuerza.
Munido de dos pistolas automáticas y un fusil de asalto, que luego la policía encontró al lado de su cuerpo, Lanza concentró su locura asesina en dos aulas de clase.
La noticia se expandió rápidamente entre los padres de los cerca de 700 niños que asistían a esa escuela. Equipos de intervención policial ingresaron al lugar rompiendo ventanas, controlaron pieza por pieza del establecimiento y evacuarron a los niños.
El cuerpo sin vida de Adam Lanza fue encontrado a las 9:50 a. m. La matanza no había durado más de 20 minutos.