El presidente salvadoreño, Armando Calderón Sol, inicia este lunes su quinto y último año de gestión en medio de duras críticas por parte de distintos sectores, principalmente por el rumbo de la economía y por el alto nivel de delincuencia que no ha sido controlada.
Hasta ahora sólo el propio Calderón Sol y miembros de su Gabinete han elogiado lo actuado por el Gobierno en los cuatro años de gestión, que terminan con la sombra de cinco renuncias de altos cargos en los últimos dos meses, con las que ascienden a 23 en todo el período.
Pero, además, el Gobierno entra al último año con el sinsabor y el desgaste político que le han dejado algunas protestas sociales, sobre todo las de los desmovilizados de la Fuerza Armada y de la antigua guerrilla por la dilación del pago de sus indemnizaciones y una reciente y larga huelga del gremio médico, sin precedentes en el país.
Calderón Sol ha destacado como sus principales logros el cumplimiento de los pactos que pusieron fin, en enero de 1992, al conflicto armado interno que duró doce años y se cobró la vida de más de 75.000 personas.
"Recuerden -dijo Calderón Sol a la prensa-, los problemas de los desmovilizados y las reacciones negativas (de estos) como la toma de diputados en la Asamblea Legislativa, pero logramos superarlo con tolerancia e invirtiendo más de 21.500 millones de colones (2,465 millones de dólares) en el proceso de paz."
Sin embargo, las numerosas manifestaciones de los desmovilizados en su mayoría fueron resueltas por la policía, mientras que los médicos lograron doblarle el brazo al Gobierno, no solo con el logro de aumentos salariales, sino con compromisos para mejorar el sistema nacional de salud a corto y mediano plazo.
Calderón insiste en grandes éxitos en los campos económico y educativo, en el primero con índices macroeconómicos "respetables" respecto a los demás países de América Latina y en el segundo con reformas que han merecido reconocimiento de organismos internacionales.