Hannia Jara y su hijo Marcel se veían cansados cuando ingresaron pasadas las 2 p. m. a la sala de abordaje del Juan Santamaría.
Caminaron a toda prisa por el pasillo principal en esa área para alcanzar su vuelo hacia Carolina del Norte, Estados Unidos.
"Sale a las dos y cuarto, vamos a ver si llego", dijo Jara pocos metros antes de la puerta de abordaje que les correspondía.
Tomaron el vuelo, pero casi lo pierden tras una hora chequeando maletas frente al mostrador de la aerolínea US Airways.
El personal de la aerolínea desarregló detalladamente su equipaje y ella, como pudo, lo acomodó de nuevo pero la prisa y el desorden generado en la maleta dejó por fuera algunas cosas.
Una amiga le avisó por la mañana de las restricciones y por eso llamó para preguntar a qué atenerse.
Le dijeron que no podía llevar la consola de juegos de su hijo y por eso la dejaron en la casa.
A su arribo a la terminal, descubrió que sí podía llevar el juguete.
Eso sí, nadie le dijo cuando llamó que unas salsas en su equipaje de mano sí estaban prohibidas.
Las salsas las dejó en Costa Rica pero por suerte su hermano pudo recogerlas o las habría perdido.