En la Escala Internacional de Accidentes Nucleares se encuentra, en primer lugar de gravedad, la tragedia ocurrida el 26 de abril de 1986 en Chernóbil, Ucrania.
El imprevisto ocurrió en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin cuando hubo un fallo en las pruebas de un nuevo sistema de regulación de la tensión del reactor número cuatro.
Los científicos a cargo de la prueba no pudieron controlar el sistema de refrigeración que se necesitaba para reducir el calor de las reacciones generadas cuando fueron desactivados varios equipos de los sistemas de seguridad.
Solo 28 personas fallecieron de forma instantánea en el incidente, pero se calcula que, desde entonces, han muerto otras 5.000 personas por causas atribuidas a los efectos de la radiación.
El número de defunciones como consecuencia automática por cada detonación se queda corto cuando se le compara con las consecuencias fatales que depararon las liberaciones atómicas sobre Hiroshima (entre 70.000 y 80.000) y Nagasaki (aproximadamente más de 52.000).
Sin embargo, Chernóbil saca ventaja en cuanto a contaminación ambiental.
Actualmente, un radio de 30 kilómetros marca el área despoblada alrededor de la central nuclear donde ocurrió el accidente.
El paraje es desolado, repleto de edificaciones abandonadas y con rastros de naturaleza muerta. Reciente- mente se ha registrado el reingreso de algunas especies animales, pero los estudios periódicos que se realizan en el entorno todavía muestran altas concentraciones de tóxicos y contaminantes para la salud. Tampoco se sabe con certeza si en el futuro la zona podrá ser apta para que vivan humanos.
Por el contrario, las dos ciudades niponas destruidas en 1945 fueron repobladas con el levantamiento de nuevos centros habitacionales, instituciones educativas y de recreación.
Son varios los motivos que separan con una distancia abismal las posibilidades de repoblación posteriores a los bombardeos en las zonas donde ocurrieron las detonaciones en Japón, en contraste con Chernóbil, Ucrania.
La primera de las razones es el punto en el que ocurrieron las explosiones. Tanto en Hiroshima como en Nagasaki el momento detonante tuvo lugar a varios cientos de metros de la superficie.
En Chernóbil esto ocurrió en tierra firme, lo que dejó una ola de contaminación que alcanzó 233.000 kilómetros cuadrados de tierra y que sobrepasó las fronteras, hasta llegar a Bielorrusia y Rusia.
El contacto con el suelo, propició que la contaminación perdurara más, mientras que en los estallidos en Japón la contaminación no fue tan profunda y se disipó con mayor rapidez.
La potencia nuclear también fue mucho mayor en Chernóbil que en sus pares japoneses. La bomba Little Boy soltada sobre Hiroshima tenía aproximadamente 64 kilogramos de uranio, mientras que la Fat Man (cuyo objetivo era Nagasaki) contaba con seis kilos de plutonio.
La dimensión del material liberado era de 180 toneladas de material nuclear. De esta cantidad, se cree que siete toneladas se filtraron en la atmósfera y el suelo.
Siete toneladas que hicieron de Chernóbil un lugar inhabitable.
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