Es así como esta ciudad medieval, acostumbrada a escuchar el sonido de coros de occidente y cantos gregarios, se convirtió en sede a un pluralismo religioso. Los invitados llenaron un estadio cubierto que fue decorado con un olivo, símbolo de la paz.
Sentado en un trono color crema, el Pontífice de 81 años de edad dijo a los asistentes que con frecuencia surgen conflictos entre los fieles de diversas confesiones debido a una asociación injustificada de la religión con intereses nacionalistas, políticos y económicos.
La sesión representó una de las reuniones más numerosas jamás logradas de grupos cristianos, donde estaban representados tanto los católicos como los bautistas, luteranos, mormones, menonitas y ortodoxos.
A ellos se sumaron representantes judíos, musulmanes, budistas, shintoístas y seguidores de religiones tribales, para dar un total de 12 confesiones incluyendo la fe cristiana.
Su retiro espiritual incluyó una ceremonia inaugural bautizada como testimonio de la paz, que incluyó cantos budistas e himnos cristianos, sesiones de oración, un almuerzo y una declaración final conjunta. Algunos recalcaron la necesidad del diálogo entre las religiones.