Viena. AFP y redacción. La cumbre eurolatinoamericana de Viena culminó ayer con una declaración de intenciones opacada por las divergencias entre el presidente de Bolivia, Evo Morales, con varios países por la nacionalización de los hidrocarburos.
Tras sus declaraciones del jueves afirmando que no habría indemnizaciones para las empresas extranjeras afectadas por la nacionalización del gas, Morales debió salir ayer a calmar el juego ante la catarata de críticas y advertencias recibidas de parte de España, Brasil, Francia, Gran Bretaña y la propia UE.
Tal fue el vendaval, que Morales envió, incluso, una carta oficial al canciller español, Miguel Ángel Moratinos, para aclarar a Madrid (preocupada por la suerte de las inversiones de Repsol-YPF) que su gobierno buscará "acordar nuevos contratos de interés mutuo", con "todas las condiciones necesarias para que exista una verdadera seguridad jurídica".
Pero la polémica despertada por Morales tocó especialmente a Brasil, ya que el líder indígena cargó duro contra la petrolera estatal brasileña Petrobras, a la que acusó de operar con contratos ilegales en Bolivia.
La cosa no se quedó ahi. Ayer, el ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz, dijo que Bolivia no participará en el megaproyecto suramericano de gasoducto mientras Petrobras no cambie su fuerte contenido privado.
El canciller brasileño, Celso Amorim, afirmó ayer que sin Petrobras no habrá Gasoducto del Sur. Sin Brasil "(el gasoducto) tendrá que dar una vuelta tan grande que se convertirá en el Gasoducto del Oeste", ironizó Amorim.
Morales y su colega brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se reunirán hoy en las bilaterales de Viena, después de dos días de duros intercambios.