Bagdad
Cientos de insurgentes tomaron el martes el control de toda la provincia de Nínive, en el norte de Irak, donde las fuerzas de seguridad son incapaces de frenar su avance en un país al borde del caos.
El jefe del parlamento Osama al Nujaifi anunció la toma de esta provincia petrolífera sunita cuya ciudad principal es Mosul, la segunda más grande del país, y afirmó que los rebeldes se dirigían hacia la provincia vecina de Salahedín para "invadirla".
Por su parte, gobierno iraquí suministrará armas a ciudadanos voluntarios para luchar contra los insurgentes, anunció este martes el primer ministro en un comunicado.
El gobierno "ha creado una célula de crisis para supervisar el (...) voluntariado y (...) el armamento" de los ciudadanos voluntarios, precisó el texto divulgado por la televisión pública después de que toda la provincia de Nínive (norte) cayera en manos de los insurgentes.
Es la primera vez que los insurgentes toman toda una provincia del país, donde los yihadistas del Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) controlan ya Faluya y otras zonas de la provincia occidental de Al Anbar, vecina de Nínive.
Nujaifi no confirmó las declaraciones de un oficial de alto rango que aseguraba que los rebeldes que tomaron Ninive también eran del EIIL.
Este éxito de la rebelión demuestra la caótica situación que vive Irak por las luchas políticas, las tensiones religiosas entre chiitas y sunitas y la guerra en la vecina Siria.
Los rebeldes también cometieron un atentado en Baquba, a 60 km al norte de Bagdad, en el que murieron una veintena de personas que asistían a un funeral.
"Toda la provincia de Nínive ha caído en las manos de los insurgentes", dijo Nujaifi en una rueda de prensa.
Antes del amanecer, centenares de hombres armados asaltaron Mosul y consiguieron, después de combatir con la policía y el ejército, tomar el control de la sede del gobernador, de las prisiones y las televisiones, según los responsables.
"Mosul está fuera del control del Estado y a la merced de los hombres armados", dijo uno de los rebeldes. Los insurgentes dijeron a través de megáfonos que habían venido para "liberar Mosul" y combatirían solo a aquellos que les atacaran.
"Los miembros del ejército y la policía se han quitado los uniformes y los puestos de policía están ahora vacíos. Los hombres armados han liberado a los presos" de Mosul, según el rebelde.
Según un corresponsal en el lugar, las fuerzas de seguridad habían abandonado sus vehículos y se había prendido fuego las comisarías de policía.
Para el analista político Aziz Jabr, la caída de Nínive es una peligrosa amenaza para la seguridad nacional iraquí. "Las direcciones militares han huido" de las zonas de combate, dijo, lo que prueba que hay rebeldes "infiltrados".
Mosul tiene alrededor de dos millones de habitantes, aunque miles de ellos han huido de la ciudad en los últimos días.
El primer ministro saliente y jefe del ejército Nuri al Maliki, un chiita despreciado por los sunitas y al que sus detractores consideran un "dictador", no ha aparecido en público desde que la semana pasada se intensificaron los ataques rebeldes especialmente en Mosul.
Las provincias de Nínive y Al Anbar están en la porosa frontera Siria en la que el EIIL pretende instalar un Estado islámico.
"Debemos olvidar nuestras diferencias, es la hora de la unidad nacional ya que Irak está siendo invadido por extranjeros", dijo Nujaifi, que pidió cooperación a la población con las fuerzas armadas, y subrayó la "necesidad de avisar a los dirigentes del mundo" para "combatir a estos grupos terroristas".
"Si no paramos esta ofensiva en las fronteras de Nínive, se extenderá en todo Irak", advirtió y añadió que, hasta el momento, no había tenido "ningún contacto" con Maliki.
El EIIL tiene en Al Anbar el apoyo los sunitas que se sienten marginados por el poder dominado por los chiitas.
Ocupado por las tropas de Estados Unidos entre 2003 y 2011, Irak está viviendo una espiral de violencia que ha dejado más de 4.660 muertos desde principios de 2014, según fuentes iraquíes.