Cuando jefes de Estado de todo el mundo se reúnan para la Asamblea General de la ONU esta semana, habrá pasado un año desde que el mandatario estadounidense anunció la creación una coalición internacional para "degradar y destruir en última instancia" al grupo Estado Islámico.
A pesar de miles de millones de dólares gastados y miles de ataques aéreos, esa campaña parece haber tenido poco impacto.
La organización extremista quizás controle un poco menos territorio que hace un año, pero continúa lanzando ataques y mantiene bastiones clave en Siria e Irak.
El alcance de los milicianos se ha expandido a otros países, como Libia, la península del Sinaí en Egipto y Afganistán.
Los ataques aéreos liderados por Estados Unidos ayudaron en enero a los curdos sirios a retener la estratégica ciudad fronteriza de Kobani y a apoderarse en el verano de otra ciudad fronteriza clave, Tal Abyad, pero la ofensiva para expulsar a los extremistas de la ciudad iraquí de Ramadi sigue estancada y se han producido pérdidas graves entre los pocos rebeldes sirios entrenados por Estados Unidos para que luchen contra el Estado Islámico.
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Tampoco se ha podido materializar una zona libre de la influencia del Estado Islámico, anunciada por Turquía y Estados Unidos.
Al mismo tiempo, la creciente preocupación por la crisis de los refugiados sirios y los informes de que el Estado Islámico estaría planeando ataques contra objetivos europeos, podría acabar de persuadir a algunos gobiernos a involucrarse más en la lucha contra el grupo extremista.
El presidente Francois Hollande anunció el domingo que cazas franceses realizaron sus primeros ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico en Siria.
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Hasta ahora Francia había limitado su campaña aérea a objetivos de los milicianos en Irak.
Sin embargo, es probable que persista el estancamiento en la guerra contra el Estado Islámico: los países occidentales no parecen dispuestos todavía a enviar fuerzas terrestres.
"En pocas palabras, los países mejor situados para contribuir significativamente a la lucha contra el Estado Islámico no comparten los mismos intereses en Siria", opinó Faysal Itani, un residente miembro de la organización Atlantic Council.
El aumento de la presencia militar rusa —aviones, misiles, tanques y otros equipos— está complicando la lucha contra los militantes de Estado Islámico en Siria.
El propósito declarado de Rusia es ayudar al gobierno del presidente Bashar Assad a combatir a los extremistas islámicos y Moscú ha instado a Occidente a que se les una.
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En una entrevista transmitida antes de su reunión del lunes con el presidente Barack Obama, el presidente ruso, Vladimir Putin, criticó duramente el apoyo militar norteamericano a los rebeldes sirios, describiéndolo como ilegal e inútil.