Jerusalén. AFP. Un reñido pulso entre el líder del partido centrista Kadima, Ehud Olmert, y el número uno de los laboristas, Amir Peretz, complicó ayer la constitución de un gobierno de coalición en Israel, tras las recientes elecciones legislativas.
Peretz, un exdirigente sindicalista, se convirtió en blanco de todas las críticas por haber sugerido una alianza gubernamental con la derecha y los partidos religiosos para imponer un plan de reformas sociales de urgencia.
El objetivo de estas formaciones sería impedir un gabinete liderado por el Kadima, ganador por estrecho margen de las elecciones del pasado 28 de marzo.
Estos partidos anunciaron públicamente su disposición a reducir sus aspiraciones en materia de medidas sociales y a relanzar la Hoja de Ruta (el plan de paz internacional), con el único fin de desbaratar el proyecto de retirada parcial y unilateral de Cisjordania, de Olmert.
Durante la campaña electoral, Peretz había prometido exactamente lo contrario: una retirada negociada de la mayor parte de Cisjordania y una negativa rotunda a formar gobierno con la derecha, que se opone a este plan.
Peretz se encuentra acosado por los medios de comunicación que le acusan de haber traicionado a sus electores y de no reconocer la derrota de su partido, pese a unos buenos resultados (obtuvo 19 escaños frente a los 29 del Kadima, de un total de 120).
Ante la avalancha de críticas, los partidarios de Peretz trataron de calmar los ánimos al reafirmar que la formación de un gabinete conservador-laborista estaba excluida y que se trataba únicamente de una estrategia de su líder para pujar por el cargo de ministro de Finanzas, que Olmert se niega a confiarle.
"Nuestra intención era formar una mayoría en el Parlamento para situar las cuestiones económicas y sociales en el centro del calendario político", declaró el diputado laborista Yuli Tamir.
El presidente israelí, Moshe Katzav, siguió ayer las consultas para designar al encargado de la formación de un gobierno.