Bagdad. EFE y AP. El primer ministro iraquí, el chiita Nuri al-Maliki, pidió ayer a los iraquíes que olviden sus divergencias políticas y religiosas y apoyen el plan que anunció hace tres meses para la reconciliación nacional en Iraq.
Maliki expresó esta postura en una conferencia a la que asisten centenares de representantes de las organizaciones de la sociedad civil iraquí para discutir cómo reducir la violencia en Iraq y evitar un conflicto entre los suníes y los chiitas del país.
“Luchamos contra el terrorismo para restablecer la seguridad. Este objetivo se consigue a través de la unidad y el diálogo y no del fanatismo”, dijo Maliki.
“Mi plan para la reconciliación (nacional) solo acepta a quienes reconocen al otro y rechazan el sectarismo y el extremismo”, recalcó el jefe de gobierno.
La conferencia de Bagdad, que durará dos días, es la segunda que se celebra en Iraq en apoyo a la reconciliación desde que el primer ministro anunciara su propuesta en junio pasado, y pidiera la ayuda de todos los grupos políticos, religiosos y étnicos del país para que tenga éxito.
En agosto, unos 500 líderes tribales y dirigentes religiosos, en su mayoría de la provincia de Al-Anbar, donde se concentra la insurgencia suní, se reunieron en Bagdad para estudiar cómo reducir la violencia y actuar por la unidad nacional.
Violencia. La conferencia de ayer coincidió con nuevos atentados y acciones de violencia en Iraq, especialmente en la capital, donde la policía anunció que encontró en las últimas 24 los cadáveres de 47 personas con impactos de bala y señales de torturas.
Asciende así a 161 el número de cuerpos hallados en similares circunstancias en la capital en los últimos tres días.
Además, cuatro iraquíes, incluidos dos militares y un intérprete, y un soldado estadounidense murieron ayer en nuevos atentados en Bagdad y en la ciudad de Kerbala, a 100 kilómetros al sur de la capital, según la policía.
También dos presuntos terroristas se suicidaron al hacer estallar las bombas que tenían adosadas al cuerpo, tras verse asediados por efectivos de la policía y el ejército en una región situada al norte de Bagdad, según un comunicado de las fuerzas de seguridad iraquíes.
Por su parte, el ejército estadounidense confirmó ayer que había un plan en marcha para crear un cinturón de seguridad en los alrededores de Bagdad.