Londres. AFP. Los musulmanes reunidos para la oración del viernes en la gran mezquita del centro de Londres mostraban su temor a ser la cabeza de turco de los atentados que ensangrentaron la ciudad el jueves, y varios auguraban repercusiones en la política exterior del primer ministro británico, Tony Blair.
La sala de la oración está llena y bajo la aclamación "Alá Akbar" (Dios es grande) los presentes se arrodillan, con la frente pegada al suelo, sobre el tapiz que cubre la explanada.
Miedo compartido. "Como ciudadanos y trabajadores de esta gran ciudad, compartimos los miedos de los londinenses. Utilizamos los mismos medios de transporte, vivimos en los mismos edificios y cualquier atentado está dirigido contra todos", declaró el imán Ashraf Salá.
Uno de los atentados, el de la estación de metro de Edgware Road, sucedió a pocos metros de la mezquita central.
"Lamentamos que este ataque sea asociado a los musulmanes. El Islam condena firmemente una acción así de malvada", prosiguió, antes de recomendar a los fieles que no hablasen con periodistas, muchos de ellos en el servicio.
De un extremo al otro del país, los imanes repitieron en la plegaria del mediodía el mismo mensaje de condolencia y sosiego a los 1,6 millones de musulmanes británicos, la segunda mayor confesión del país tras los cristianos.
El jefe de Scotland Yard, Ian Blair, se felicitó de no haber visto ninguna perturbación cerca de las mezquitas londinenses.