Jerusalén. (AFP). El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, puede dar por descontada su reelección el próximo martes, pero deberá optar entre aliarse con la ultraderecha o con el centro para definir su respuesta al programa nuclear iraní y al creciente malestar social.
Las encuestas anuncian una derechización mayor de la Kneset (Parlamento), lo cual podría mandar definitivamente al traste un acuerdo global de paz con los palestinos y acentuar el riesgo de aislamiento del estado hebreo.
En el plano interno, el próximo gobierno deberá aprobar rápidamente drásticos recortes para frenar el aumento del déficit presupuestario, pero también adoptar medidas para contener el descontento provocado por el aumento del costo de la vida y de las disparidades sociales.
La oposición laborista lo marca de cerca en las cuestiones económicas. Por el flanco derecho, su aliado Naftali Bennett, que irrumpió con fuerza al frente del partido Hogar Judío, apoyado por los colonos, condena sus declaraciones de apoyo a la creación de un Estado palestino.
Las encuestas muestran que la alianza entre el Likud (derecha) de Netanyahu e Israel Beiteinu (nacionalistas laicos) de Avigdor Lieberman podría obtener de 33 a 35 escaños, frente a los 42 actuales, de un total de 120 miembros de la Kneset.
Pese a ese retroceso, Netanyahu sigue siendo favorito para mantenerse en el cargo.
El mandatario centró su campaña en la necesidad de estabilizar la economía y puso énfasis en su experiencia militar, reivindicando su línea dura ante el programa nuclear iraní y la campaña de bombardeos aéreos contra los islamistas en la franja de Gaza en el 2012.
Pero, para formar gobierno, Netanyahu deberá buscar nuevas alianzas que mostrarán sus intenciones en temas esenciales como la construcción o la ampliación de colonias judías en Cisjordania, las negociaciones con los palestinos y la cuestión iraní.
Los laboristas ya descartaron entrar en el gabinete, pero Hogar Judío, que podría consagrarse como tercera fuerza, podría ganar algunas carteras ministeriales.
En ese caso, Netanyahu podría optar por un gabinete exclusivamente de derecha, aunque también se menciona la posibilidad de que ofrezca algo a nuevos partidos centristas, como el Hatnuá, de la exministra de Relaciones Exteriores Tzipi Livni, o Yesh Atid, liderado por un experiodista, Yair Lapid.
"Pienso que Netanyahu invitara a todos. Cuanto más partidos haya en una coalición, menor será el riesgo de chantaje por parte de uno u otro", dijo Efraim Inbar, del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat.
Livni, según las conjeturas, podría aceptar la invitación, y volver a la cartera de Exteriores, balanceando el peso de los halcones en el gobierno.
La dirigente moderada insistió durante la campaña en la necesidad de reanudar las negociaciones con los palestinos, estancadas desde 2010.
Su nombramiento podría ser una buena señal para Estados Unidos y Europa, que incrementan la presión para reactivar el proceso de paz. Pero toparía con la oposición de otros probables miembros de la coalición, como Bennett, que se oponen a la creación de un estado palestino y proponen en cambio acelerar la política de colonización.
La política ante Irán, sospechoso para Israel y gran parte de la comunidad internacional de querer dotarse del arma atómica, es otro asunto esencial.
El ala moderada del Likud se vio marginada durante la campaña electoral, lo cual debería afianzar la influencia de los halcones en la futura coalición y encender los debates sobre la necesidad de un ataque preventivo contra instalaciones nucleares de la República Islámica.
La cuestión iraní llevará igualmente el foco en las rugosas relaciones de Netanyahu con el presidente estadounidense Barack Obama, que también acaba de ser reelegido, y los comentaristas consideran que el primer ministro israelí se empeñará en reparar los vínculos.
El próximo gobierno israelí también deberá seguir con atención la evolución de la Primavera Árabe, que volvió menos seguras las fronteras de Israel con Egipto y Siria y amenaza las pocas alianzas regionales del estado hebreo.
La mayor parte de los israelíes está sin embargo más preocupado actualmente por asuntos interno que por la geopolítica regional y ven a Netanyahu como el candidato más apto para responder a esas expectativas.
"Hay una carencia de líderes en la oposición. No vemos ningún líder opositor que tenga la madera de un primer ministro", comento Inbar.