Seúl. (AFP). Cientos de miles de norcoreanos festejaron hoy en el centro de Pyongyang el lanzamiento de un cohete de largo alcance y el líder de Corea del Norte prometió que habrá otros en el futuro, desafiando las advertencias de Estados Unidos y sus aliados.
Faltando unos días para celebrar su primer aniversario en el poder al frente del país comunista, Kim Jong-Un proclamó la "firmeza inquebrantable" de Corea del Norte para continuar con su programa de cohetes a pesar de la condena por la ONU y los llamados a nuevas sanciones.
El acto masivo de celebración en la capital norcoreana, difundido por la televisión estatal, fue organizado antes del aniversario de la muerte de su padre Kim Jong-Il, que se cumple el próximo lunes.
La muchedumbre aclamó y aplaudió en la plaza Kim Il-Sung los discursos que saludaron el éxito del lanzamiento del cohete el miércoles pasado y que de paso elogiaron a Kim.
"Ésto fue posible gracias a la infinita lealtad, al coraje y la sabiduría del gran mariscal Kim Jong-Un" dijo Jang Chol, presidente de la Academia de Ciencias de Corea del Norte.
El acto multitudinario se produjo tras la publicación de una declaración de Kim ordenando más lanzamientos de satélites en el futuro, a pesar de la oleada de rechazo generada en casi todo el mundo y la condena expresada por la ONU.
Un alto responsable del gobierno surcoreano afirmó el viernes que es "altamente probable" que el Norte lleve a cabo un tercer ensayo nuclear tras el exitoso lanzamiento del cohete.
"Un ensayo nuclear es altamente probable (...) Corea del Norte suele hacer ensayos nucleares tras lanzamientos de misiles" o cohetes, dijo el ministro surcoreano de Unificación Yu Woo-ik.
Los ensayos nucleares de octubre de 2006 y de mayo 2009 fueron realizados algunos meses después de lanzamientos --fracasados-- de misiles o cohetes.
Corea del Norte asegura haber puesto en órbita un satélite con fines de investigación pacífica, pero muchos en la comunidad internacional piensan que fue en realidad una prueba disfrazada de misil balístico que significó un importante paso en el desarrollo del programa norcoreano de armas nucleares.
El departamento de Estado norteamericano deploró que Kim haya desaprovechado la oportunidad "de situar a su país en el siglo XXI" y que haya en cambio tomado "decisiones equivocadas".