Nueva York. EFE, AP y AFP. Casi dos décadas después de que la sociedad civil denunció por primera vez la necesidad de regular el comercio de armas en el mundo, la comunidad internacional escribió ayer un nuevo capítulo en la historia de los derechos humanos al aprobar del primer Tratado sobre el Comercio de Armas.
La Asamblea General de la ONU ratificó el Tratado, una propuesta original de Costa Rica, con una abrumadora mayoría de 154 votos a favor, tres en contra (Siria, Corea del Norte e Irán) y 23 abstenciones, entre ellas, Rusia, China, India y miembros del bloque del ALBA.
La iniciativa surgió en 1997, impulsada por un grupo de premios Nobel, dirigidos por el exmandatario costarricense Óscar Arias Sánchez.
Es el primer tratado que reglamenta la venta de armas convencionales, mercado de unos $60.000 millones al año, y el primer texto mayor sobre desarme desde la prohibición de los ensayos nucleares en 1996.
El principio del Tratado consiste en que cada país debe evaluar, antes de toda transacción, si las armas vendidas pueden ser utilizadas para eludir un embargo internacional, cometer un genocidio y otras “violaciones graves” a los derechos humanos, o caer en manos de terroristas o criminales. En todos estos casos, el país exportador estará obligado a rechazar la transacción.
Las armas incluidas van desde las pistolas hasta aviones y barcos de guerra, pasando por los misiles. La lista no comprende los drones (aviones teledirigidos), los transportes blindados de tropas y los equipos destinados a las fuerzas del orden.
“Tras siete años de arduos trabajos que culminaron las dos últimas semanas, tenemos ante nosotros un documento equilibrado y robusto”, dijo el embajador de Costa Rica ante la ONU , Eduardo Ulibarri, al presentar el texto impulsado por un centenar de países.
Muchas naciones, incluida Estados Unidos, controlan sus exportaciones de armas, pero nunca ha existido un tratado internacional que regule el comercio global.
Falta tiempo. El convenio entrará en vigor después de su ratificación por un mínimo de 50 países, proceso que podría llevar de uno a dos años, de acuerdo con el australiano Peter Woolcott, quien presidió la conferencia durante la cual se negoció el texto.
Estados Unidos, principal abastecedor de armas del planeta con 30% del mercado, y que había hecho fracasar una negociación en julio, dijo estar listo para firmar el convenio, aunque su ratificación por el Senado no es segura.
El pacto no regirá el uso interno de las armas en ningún país, pero sí obligará a las naciones que lo ratifiquen a establecer normativas nacionales que controlen las transferencias de armas convencionales, sus partes y componentes, así como a los intermediarios.
La jornada quedó algo “descafeinada” por la abstención de algunos pesos pesados, como Rusia, India y China, que dejaron la puerta abierta a sumarse al Tratado, una vez que el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, pida a los países que lo suscriban a partir del 3 de junio.