“Estoy acá hoy porque ha llegado la hora de una reforma migratoria integral de sentido común”, manifestó Obama durante el primer discurso de su segundo mandato, ante un auditorio repleto en la escuela secundaria Del Sol High School.
Sin embargo, la propuesta tanto de la Casa Blanca como del Senado para resolver un tema complejo y muy controversial carecen aún de los detalles principales.
Eventuales trabas. De antemano, emergen obstáculos potenciales sobre cómo estructurar el camino a la ciudadanía y si un proyecto incluiría a parejas del mismo sexo. Todo ello representaría un escollo incluso antes de que una medida del Senado pueda ser debatida, aprobada y enviada a la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos y donde es probable que la oposición sea mayor.
Obama expresó que el Congreso muestra “un deseo genuino de resolver esto pronto”, pero, consciente de que los esfuerzos previos sobre inmigración fracasaron, advirtió de que el debate sería más difícil mientras más se acerca a una conclusión.
Pese a la llegada de posibles obstáculos, el extenso acuerdo entre la Casa Blanca y los legisladores de los dos partidos en el Senado representa un cambio drástico en la disposición de Washington para abordar la inmigración, un tema que ha sido olvidado por años. Gran parte de ese cambio tiene motivaciones políticas, debido a la creciente influencia de hispanos en las elecciones.
Las propuestas separadas de la Casa Blanca y el Senado se enfocan en los mismos principios: ofrecer una manera de que la mayoría de personas sin autorización legal se conviertan en ciudadanos estadounidenses, reforzar la seguridad en las fronteras, aplicar mano dura contra empleados que contraten a inmigrantes no autorizados y reestructurar el sistema de inmigración legal.