México
Prevenidos tal vez por lo que el Vaticano anunciaba desde hacía semanas o sabedores del carácter frontal del discurso del papa Francisco, los políticos y la Iglesia de México han esquivado por ahora, bastante impasibles, los dardos lanzados por el pontífice, pese a la dureza de algunos mensajes.
En opinión del analista Salvador García Soto, "los mensajes del papa han estado dentro de las expectativas", pues aunque son "mensajes duros y fuertes", se sabía que el santo padre "tocaría esos temas sensibles, tanto la violencia y la corrupción como el narcotráfico", agregó.
Para García Soto, "el mensaje fuerte" contra la jerarquía eclesiástica mexicana del sábado "tiene que ver con las pugnas que se han hecho publicas entre algunos obispos", como entre el arzobispo primado de México, Norberto Rivera y el de Morelia, Alberto Suárez Inda, "sobre la visión que tenían de la visita".
A principios de mes, el semanario "Desde la fe", de la Arquidiócesis Primada de México, presentó en un editorial como un territorio "violento y sometido por el crimen y la anarquía" a Michoacán, el estado del que es capital Morelia, la ciudad a la que viaja Francisco el martes.
Suárez Inda dijo no compartir "el enfoque" y calificó el artículo de "amarillista", "parcial" y "exagerado".
Aunque el papa no se refirió a ningún caso en concreto en su controvertido mensaje a los obispos del sábado en la Catedral, sí les pidió no "perder tiempo y energía" en "cosas secundarias", "habladurías", "intrigas" o "vanos proyectos de carrera". "Si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, díganlas. Pero como hombres, en la cara", les espetó.
Les demandó además que "no minusvaloren el desafío" que el narcotráfico representa para la "sociedad mexicana", incluida la Iglesia, ni soslayen "la gravedad de la violencia".
García Soto recordó que los pocos obispos que han hablado al respecto "no lo han interpretado como un regaño sino como una motivación".
El exsacerdote y activista Alberto Athie explicó este domingo a Efe que la reunión en que el papa reprimió a los obispos siguió simplemente "el modelo" de "los ejercicios espirituales ignacianos", basado en "poner puntos de discernimiento delante de los ejercitantes que tendrán que revisar durante sus ejercicios", argumentó.
En su opinión, la crítica se presenta en "un lenguaje simbólico, exhortativo, que pretende interpelar a la conciencia". "Es muy difícil poder decir si fue un regaño o si fue muy fuerte o muy suave. Es una interpelación simbólica basada en la escritura", enfatizó.
Por contra, Athie lamentó que el papa no fuera "más allá de las valoraciones de tipo ético" ni propusiera nada concreto.
También que no se refiriera a temas espinosos como la pederastia sacerdotal, pese a los sonados casos que ha habido en México en el pasado, o a la despenalización del aborto, pues por ejemplo "el cardenal Rivera ha sido durísimo" con ese asunto, a pesar de que el papa ha pedido a los curas que absuelvan a las mujeres que han incurrido en ese "pecado".
Francisco tampoco habló de los matrimonios vueltos a casar, cuando hace una semana el semanario mexicano Proceso difundió un reportaje según el cual la boda religiosa en segundas nupcias entre el presidente Enrique Peña Nieto y la primera dama, Angélica Rivera, pudo no tener validez.
¿Y en política?
Peña Nieto y Rivera recibieron el sábado a Francisco en el Palacio Nacional, sede del poder político en México, en la primera visita de un pontífice a ese recinto en un país con una larga historia de encuentros y desencuentros con la Iglesia, a pesar de ser uno de sus bastiones en el mundo.
Allí, el santo padre pidió para México "hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común" y denunció que la búsqueda del "camino del privilegio" genera "un terreno fértil" para la corrupción, el narcotráfico o la violencia, en un aparente mensaje para la clase política allí presente.
"El Gobierno sabía a lo que se atenía cuando lo invitó" aunque "desde el punto de vista político se pude decir que Francisco se excedió un poco en el tono", teniendo en cuenta que es un jefe de Estado, opinó García Soto.
"Esa visión tiene que ver con el respeto, con la idea de que él es el jefe de la Iglesia más fuerte en México", agregó el experto, que sin embargo anticipó que "no va a haber reacción oficial" del Gobierno de Peña Nieto.
"Esperaban ese tipo de mensaje" y "a pesar de que es una crítica para ellos saben que cuestionar o responder al pontífice sería meterse con la mayoría de los mexicanos", que "además de católicos y religiosos, son papistas".