El Papa Juan Pablo II dijo ayer que la violencia en el nombre de Dios nunca estaba justificada y que un "grito de sangre" en la Tierra Santa debe persuadir a cristianos, musulmanes y judíos a buscar la paz.
"En todo el mundo suena un agudo grito invocando la paz", dijo el Papa en su mensaje de Año Nuevo, para conmemorar el Día Mundial de la Paz de la Iglesia Católica.
El pontífice dijo que los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos habían conmocionado al mundo y condenó el uso de la violencia en el nombre de Dios, a la vez que instó a la gente a no ser presa de la desesperación.
"Nadie, por ninguna razón, puede matar en nombre de Dios", dijo ante una numerosa audiencia.
"Aunque pueda parecer humanamente difícil mirar hacia el futuro con optimismo, no debemos caer en la tentación de estar desalentados", afirmó. "Por el contrario, debemos trabajar hacia la paz con valor, confiados en que el malvado no vencerá".
El Papa llamó a las religiones monoteístas a condenar el uso de la violencia y dijo que cristianos, musulmanes y judíos deben restaurar la paz en la Tierra Santa.
"El grito de la sangre llama a Dios desde aquella tierra, la sangre de hermanos derramada por hermanos, todos hijos del mismo patriarca Abraham, hijos, como son todos los hombres, del mismo Santo Padre".
El mensaje de que no puede haber paz sin justicia ni justicia sin perdón fue el tema del Día Mundial de la Paz de este año.
El 11 de diciembre el Papa dijo que la defensa contra ataques terroristas era legítima pero que las partes ofendidas tenían que ser cuidadosas al identificar individuos responsables en vez de grupos enteros o religiones.