Roma. Reuters. El papa Benedicto XVI se convirtió ayer en el primer pontífice en visitar el velo de la Verónica, que la tradición cristiana dice fue usado para limpiar el rostro de Jesús en su camino hacia la crucifixión y milagrosamente registró su imagen.
Benedicto rezó de rodillas frente a la reliquia conocida también como el Santo Rostro, que ha sido custodiada durante siglos por monjes capuchinos en el remoto monasterio de Manoppello, en las montañas de los Apeninos.
Pero el Papa no llegó a aprobar el velo, venerado desde la Edad Media como el verdadero rostro de Jesús.
“Juntos buscamos conocer el rostro de Nuestro Señor y en Él encontrar un camino para nuestras vidas”, dijo el Papa nacido en Alemania a los sacerdotes y peregrinos tras ver la reliquia, conservada en una pesada estructura adornada con oro y plata sobre el altar.
El velo representa claramente, en un color rojo sangre, a un hombre barbudo que muestra un sorprendente parecido con una reliquia aún más famosa, el Santo Sudario de Turín, que se encuentra en el norte de Italia y es venerada por cristianos como la tela que cubrió el cuerpo de Jesús en el sepulcro.
La leyenda dice que el velo, de 17 por 24 centímetros, fue utilizado por una mujer llamada Verónica para limpiar el rostro de Jesús mientras cargaba la cruz.
Se dice que el paño tiene propiedades curativas y en la era medieval fue considerado milagroso que el rostro de Cristo solo fuera visible desde algunos ángulos.
Los orígenes de esta reliquia son inciertos. Verónica no es mencionada en la Biblia sino en una versión apócrifa de la vida de Cristo. El velo ha sido reverenciado por peregrinos en Italia desde el siglo XII.
Guardado en el Vaticano hasta 1608, el velo desapareció mientras se hacían trabajos de construcción. Una leyenda dice que la esposa de un soldado lo vendió a un noble para sacar a su marido de la cárcel.