Bagdad. Reuters. El primer ministro iraquí, el chiita Nuri al-Maliki, realizará mañana su primera visita oficial a Irán, cuya influencia en Iraq preocupa a Washington.
Iraq e Irán se enfrentaron en una cruenta guerra en la década de 1980 cuando Sadam Husein estaba en el poder.
Pero las relaciones entre ambos países han mejorado desde que la mayoría chiita iraquí ganó las elecciones, causando malestar en la minoría de árabes sunitas y en los estados dominados por ellos, quienes desconfían de la influencia del sistema clerical chiita de Teherán.
Estados Unidos, que presiona para imponer sanciones a Irán por sus supuestas ambiciones atómicas, acusa a este país de proveer apoyo logístico y financiero a las milicias chiitas de Iraq, cargo que Teherán niega.
El portavoz del Gobierno iraquí, Ali Dabbagh, dijo ayer que Maliki discutiría con los dirigentes iraníes, incluido el presidente Mahmoud Ahmadineyad, el “principio de no interferencia en asuntos internos” en la visita de dos días.
“El objetivo de la visita es discutir cuestiones políticas y de seguridad”, agregó.
Aunque Maliki integró a líderes sunitas en su gobierno desde que asumió el poder en mayo y eligió estados sunitas como destino de su primer viaje al extranjero, su visita al poderoso Irán probablemente cause molestia entre ellos.
Influencia. Analistas han remarcado la creciente influencia de Irán en Iraq desde que la mayoría chiíta asumió el poder.
Esta influencia, según expertos, es especialmente fuerte en el sur, en su mayoría chiita, donde un líder renovó esta semana las demandas por una región autónoma.
“Irán ve a Iraq como su patio trasero y ha reemplazado a EE. UU. como el poder más influyente en la región. Esto le da un papel clave en el futuro iraquí”, señaló el mes pasado un informe del instituto de estudios Chatham House, en Londres.
El anuncio de la visita de Maliki sigue a una disputa en la que guardias fronterizos iraníes detuvieron esta semana a soldados iraquíes.