La explosiva situación de Medio Oriente, lejos de mejorar con la caída del dictador iraquí Sadam Husein, sigue siendo una pesadilla para Estados Unidos, tanto en Iraq, como en el conflicto palestino-israelí, Siria e Irán.
El aumento de las tensiones con Damasco vuelve a poner en el primer plano de las preocupaciones estadounidenses a un país influyente en Iraq, del cual es vecino, y en el conflicto palestino-israelí, a través de los grupos radicales.
“Siria es, a los ojos de las autoridades estadounidenses, una especie de vínculo entre esos dos asuntos (Iraq y el conflicto israelí-palestino), y algunos en el gobierno piensan que Damasco tiene un papel clave”, subrayó Amy Hawthorne, especialista en Medio Oriente en la Fundación Carnegie, en Washington.
Para Judith Kipper, del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), la crisis con Siria pone a Washington ante un verdadero riesgo de escalada en esa región, mientras que las cosas no le van bien en Iraq y que el proceso de paz israelí-palestino parece derrumbarse.
La presión diplomática también podría centrarse esencialmente en Estados Unidos, cuyo peso en esa parte del mundo no es comparable al de ningún otro país o institución, estimó. “Las resoluciones de la ONU o de la Liga Árabe poco cuentan”, añadió Kipper.
Peligro en Irán
El brazo de hierro actual con Teherán por su programa nuclear complica aún más la ecuación regional para Washington. Irán es, en efecto, también un actor clave en Iraq, donde su influencia es grande entre la población chiita, y en el conflicto con Israel debido particularmente a sus lazos con el Hezbolá libanés.
Desde el principio de su intervención en Iraq, Washington advirtió repetidamente a Siria y a Irán contra cualquier injerencia en ese país en el que las fuerzas estadounidenses tienen grandes problemas para estabilizar la situación.
Las relaciones con Siria alcanzaron un alto grado de tensión al inicio del conflicto, cuando Washington acusó a Damasco de echar leña al fuego, al dejar pasar por su frontera a militantes extremistas que iban a combatir a las fuerzas estadounidenses.