Kigali
Ruanda inicia el 7 de abril las conmemoraciones del aniversario número 20 del genocidio de 1994 que en 100 días dejó 800.000 muertos, principalmente entre la minoría tutsi.
Este aniversario supondrá también un test diplomático para el país, cuyas relaciones con sus aliados occidentales se han deteriorado recientemente.
"La conmemoración es el deber de la memoria, recordar a las víctimas (...) y un proceso de curación para los individuos", explica a la AFP Diogène Bideri, asesor jurídico de la Comisión Nacional de Lucha contra el Genocidio.
"Luego del genocidio, no había ninguna esperanza para el pueblo ruandés de poder vivir, formar una nación (...) 20 años después, hay reconstrucción en todos los sectores", arguye.
Ruanda se ha convertido en un ejemplo por su renacimiento económico, pero algunos observadores estiman que la reconciliación está lejos de ser una realidad.
El 7 de abril de 1994, unas horas después del asesinato la víspera por la noche del presidente Juvénal Habyarimana, cuyo avión fue derribado sobre Kigali, los extremistas del régimen hutu -dirigentes, soldados y milicianos del partido en el poder - empezaron a matar tutsis y a hutus considerados cercanos a aquellos.
El lunes, cuando 20 años después se encienda una llama de recuerdo en el Memorial del Genocidio de Gisozi, en Kigali, el presidente Paul Kagame, que en julio de 1994 tomó la capital ruandesa al frente de una rebelión mayoritariamente tutsi poniendo fin al genocidio, iniciará un duelo de 100 días, los mismos que duraron la matanza.
El 7 de abril también habrá una "marcha del recuerdo" hacia el mayor estadio de la capital ruandesa donde Kagame pronunciará un discurso y habrá una vigilia fúnebre.
Estas conmemoraciones tienen un trasfondo diplomático para Ruanda, que en los últimos meses ha recibido aceradas críticas por su presunto papel desestabilizador en el este de la República Democrática del Congo (RDC) y por su supuesta implicación en las muertes o intentos de asesinato de disidentes ruandeses refugiados en Sudáfrica.
Kigali se ha beneficiado durante mucho tiempo del sentimiento de culpa de la comunidad internacional, que no hizo nada por parar el genocidio.
Pero 20 años después, el periodo de gracia parece haber llegado a su fin y algunos de sus aliados más cercanos, con Estados Unidos al frente, han tomado recientemente distancia y no andan con muchos miramientos con Kigali.
Por ello, la composición de las delegaciones será escrutada con lupa, según los observadores.
La ONU, incapaz en 1994 de impedir la matanza pese a una fuerza de 2.500 hombres en el país que ha dejado una mancha negra en su historia, estará representada por el secretario general Ban Ki-moon.
"El genocidio ruandés fue un fracaso terrible de la comunidad internacional", reconoció a finales de febrero Ban asegurando que la ONU había aprendido importantes lecciones.
La delegación estadounidense estará dirigida por su representante ante Naciones Unidas, Samantha Power, e incluirá a varios diplomáticos de alto grado, entre ellos la secretaria de Estado adjunta para asuntos africanos, Linda Thomas-Greenfield.
La expotencia colonial belga enviará a su viceprimer ministro y ministro de Relaciones Exteriores, Didier Reynders, y al ministro de Cooperación para el Desarrollo Jean-Pascal Labille. El jefe de la diplomacia británica William Hague y el ministro para África, Mark Simmonds, también viajarán a Kigali.
Francia, oficialmente reconciliada con Ruanda tras las acusaciones de complicidad en el genocidio por sus vínculos con el régimen hutu de 1994 y cuyas relaciones con Kigali siguen con altibajos, estará representada a nivel ministerial.
Sudáfrica, en plena crisis diplomática con Ruanda , estará representada solo por su embajador en Kigali.