Los oficiales rusos, que habían sido detenidos el miércoles, fueron entregados ayer al presidente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Karel de Gucht.
Una funcionaria georgiana leyó a cada uno de los cuatro una declaración en las oficinas de la fiscalía, informándoles de que son sospechosos de espionaje e iban a ser expulsados del país, al cual no podrán regresar jamás.
Los cuatro militares abordaron luego un avión a Moscú, junto a otros dos oficiales también acusados de espionaje pero que no llegaron a ser detenidos en Tiflis pues se refugiaron en el cuartel general de las tropas rusas en Georgia.
“Es un gesto de buena voluntad hacia nuestros aliados y amigos europeos. De ninguna manera es una respuesta a las presiones”, aseguró el presidente de Georgia, Mijail Saakachvili, tras la entrega de los militares rusos a la OSCE.
La noticia, sin embargo, no apaciguó las tensiones entre Moscú y la vecina exrepública soviética, dependiente de Rusia, sobre todo respecto de los suministros energéticos y su comercio exterior.
Presión. Tras la evacuación de su embajada en la capital georgiana el fin de semana, Rusia anunció la suspensión de lazos aéreos, terrestres y marítimos, así como sus servicios postales con Georgia.
“Los lazos aéreos fueron suspendidos a raíz de las deudas de las compañías aéreas georgianas con Rusia”, declaró una portavoz del Ministerio de Transportes.
“La entrada a los puertos rusos del mar Negro está prohibida a los buques georgianos”, agregó, y añadió que también se suspendió la comunicación terrestre (a través de vehículos y trenes).
Rusia suspendió ayer el servicio postal y los giros postales a Georgia, destino de millones de dólares en remesas de georgianos que viven en Rusia.