Washington
El secretario estadounidense de Justicia intentó apaciguar el jueves el escándalo sobre los supuestos lazos entre el equipo de Donald Trump y Moscú durante la campaña electoral, anunciando que se recusaba de toda investigación sobre la injerencia rusa.
Trump expresó su "total" confianza en Jeff Sessions, el fiscal general que tiene al director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) bajo su mando, tras revelaciones de que el exsenador omitió durante su audiencia de confirmación en el Senado sus encuentros con el embajador de Moscú en Washington, Sergéi Kislyak
Pero Sessions, uno de los primeros aliados de Trump en Washington e impulsor de su dura política migratoria, salió adelante de los señalamientos y se apartó de cualquier investigación por los órganos de Justicia sobre la campaña presidencial.
Sessions era objeto de una creciente presión, incluso dentro de las filas de la mayoría republicana en el Congreso, para que se recusara de la investigación del FBI sobre la interferencia informática atribuida a Moscú durante la campaña electoral.
La existencia de esa investigación, reportada por varios diarios estadounidenses, no fue confirmada oficialmente.
El funcionario finalmente cedió: "He decidido recusarme de cualquier investigación existente o futura sobre cualquier asunto relacionado de cualquier forma a las campañas para presidente de Estados Unidos", dijo durante una conferencia de prensa en Washington.
Pero afirmó que era parte del papel de los senadores encontrarse con diplomáticos, y que en su reunión con el embajador ruso hablaron de "cosas normales". Adujo no recordar si el tema de la elección fue abordado.
Tormenta rusa. La joven administración de Trump no logra aplacar la tormenta del caso ruso, que ya provocó la renuncia de su asesor de seguridad, Michael Flynn, el 13 de febrero.
El nuevo capítulo en el escándalo abre un nuevo frente de choque para los adversarios del nuevo presidente, ya suspicaces por la reticencia de la Casa Blanca de criticar al presidente ruso, Vladimir Putin.
Casi dos días después de saborear la buena acogida del discurso del mandatario el martes ante el Congreso, la Casa Blanca estaba en posición defensiva. Se trata de un nuevo "ataque de los demócratas contra la administración Trump", afirmó un funcionario.
La recusación de Sessions no aplacará a la oposición demócrata, que pide tajantemente su dimisión.
"El Departamento de Justicia debe estar por encima de cualquier recriminación. Por el bien del país, el fiscal general Sessions debe renunciar", consideró el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer.
Nancy Pelosi, la jefa de la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, afirmó que el exsenador había "mentido y debía renunciar".
El diario The Washington Post reveló el miércoles que Jeff Sessions tuvo dos encuentros con Sergéi Kislyak, en julio y setiembre del año pasado.
En enero, en las audiencias del Senado, bajo juramento, Sessions había declarado que "no tenía contactos con los rusos".
Este jueves admitió que fue sorprendido por la pregunta de los senadores y que debió haber mencionado los encuentros durante la audiencia.
Esa reunión, añadió, "ocurrió durante la temporada de campaña, pero no recuerdo ninguna discusión política específica".
En Moscú, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, indicó no estar al tanto de esos encuentros, pero subrayó que "el trabajo del embajador es tener la mayor cantidad de encuentros posibles, incluso con los representantes del Poder Ejecutivo y Legislativo del país".
Investigación delicada. El cargo de Sessions está en el corazón del problema. Como fiscal general supervisa al FBI y, por lo tanto, la investigación de la policía federal sobre los posibles vínculos entre el entorno cercano de Trump y Moscú.
La recusación de Sessions deja la posibilidad de que la investigación se mantenga en el Departamento de Justicia.
Pero algunos legisladores republicanos ya se suman, como los demócratas, a presiones a favor de la designación de un fiscal independiente o especial.
Tal investigación también podría enfocarse en las preguntas aún sin respuestas sobre los lazos empresariales de Trump en Rusia.