Tucson (EE. UU.) EFE. La movilización de más de mil voluntarios, muchos de ellos armados, para frenar durante todo abril la inmigración ilegal en la frontera entre Arizona y México, provoca temor de posibles actos de violencia en esta región.
La misión de los voluntarios civiles del llamado Proyecto Minuteman es desplegar una red de vigilancia en la frontera de Arizona que frene la inmigración ilegal, ante la supuesta inacción de Washington.
Estos grupos no tienen apoyo oficial. México condenó sus acciones y pidió al Gobierno de EE. UU. que tome medidas preventivas.
Expertos consultados coincidieron en que esta iniciativa servirá de imán para grupos partidarios de la supremacía blanca.
"La presencia de hombres civiles, furibundos y armados, y con nula capacitación, es una combinación peligrosa. La solución no está en actuar como vaqueros sino avanzar en una verdadera reforma migratoria", dijo Angela Kelley, del Foro Nacional de Inmigración.
Heidi Beirich, portavoz del Southern Poverty Law Center, un centro de estudios en Alabama, señaló que grupos racistas como Ranch Rescue y Nación Aria, "quieren viajar a Arizona y no sé cómo podrán controlarlos".
Benjamin Johnson, del Centro de Política Migratoria, consideró que "los temores y frustraciones de la población local por la inmigración ilegal es real y merecen respuestas reales del Gobierno, no un despliegue de testosterona".
Molestia. La queja de los militantes del MMP, y grupos afines, es que ni el Gobierno federal hace lo bastante por frenar a los inmigrantes clandestinos, ni México crea suficientes incentivos para desalentar el éxodo hacia el Norte.
Según cálculos del Centro Hispano Pew, unas 485.000 personas, la mayoría de origen mexicano, cruzan ilegalmente la frontera hacia EE. UU., atraídas por los trabajos mejor remunerados en este país.
Solo en el sector de Tucson, la Patrulla Fronteriza ha registrado desde comienzos de este año un total de 210.718 detenciones de indocumentados, un incremento de 6% sobre el primer trimestre de 2004.
Los organizadores de la movilización, Chris Simcox y Jim Gilchrist, insisten en que no se trata de un proyecto racista o anti inmigrante.