La negociación final sobre el programa nuclear iraní comenzó este jueves en Viena, en un ambiente solemne, mientras Estados Unidos destacaba una "oportunidad histórica" e Irán señalaba una "ocasión única de entrar en la Historia".
"Este es un momento crucial en los esfuerzos internacionales para resolver uno de los mayores desafíos en materia de política internacional de nuestro tiempos", dijo el canciller británico John Hague.
Durante estas discusiones tratarán de acercar las posiciones, extremadamente divergentes, de Irán por un lado y por el otro las grandes potencias del grupo 5+1 (Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Rusia y Gran Bretaña. Los expertos y los altos responsables políticos inician un maratón que podría continuar más allá de la fecha tope del 20 de julio.
El acuerdo negociado desde principios de este año garantizaría que Irán no trata de fabricar la bomba atómica. A cambio, se levantarían las sanciones internacionales que privan cada semana a este país de miles de millones de dólares en ingresos petroleros.
También favorecería la normalización de las relaciones entre los países occidentales y la República Islámica, en un Medio Oriente cada vez más explosivo, con el avance de los yihadistas del Estado Islámico en Irak y la guerra civil en Siria.
Dicho acuerdo también reduciría el riesgo de proliferación nuclear en la región. Además de Israel, las monarquías petroleras sunitas del Golfo Pérsico están aterrorizadas ante la perspectiva de un Irán chiita que posea la bomba atómica.
"Tenemos una oportunidad única de entrar en la historia", destacó el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohamad Javad Zarif. Sin embargo, aunque la República Islámica "no tiene nada que ocultar" de su programa atómico, "nosotros no liquidaremos nuestros progresos tecnológicos", agregó en un artículo publicado en el diario francés Le Monde.
En dicha nota, Zarif recordó detalladamente los esfuerzos realizados por Irán para mostrar transparencia en sus actividades, y alegó que su país, por motivos "morales", "religiosos" y "estratégicos", no quería la bomba atómica.
La capacidad de enriquecimiento de uranio que conservaría Irán después de un acuerdo es uno de los principales puntos de divergencia.
Irán confirmó estar dispuesto a modificar los planes de su reactor de agua pesada en construcción en Arak, cerca de Teherán, para garantizar que ya no podrá producir plutonio, el otro combustible posible de una bomba nuclear, junto con el uranio altamente enriquecido.
Las autoridades iraníes se niegan a discutir su programa de misiles --que podrían transportar bombas--, alegando que esta capacidad balística es una cuestión de defensa nacional y no de política nuclear.
La sexta y última ronda final comienza oficialmente este jueves y podría continuar hasta el 20 de julio, cuando expira un acuerdo provisorio firmado en noviembre.
Las discusiones podrían, si se llega a un acuerdo común, ser prolongadas seis meses más. Pero ni Irán ni el 5+1 desean, en esta etapa, hablar públicamente de esa solución.
El secretario de Estado norteamericano John Kerry advirtió por el contrario que "ahora Irán tiene que elegir", añadiendo que "el tiempo apremia".