Mientras Nelson Mandela continúa hospitalizado en condición crítica, una disputa en la familia sobre dónde sepultar al expresidente sudafricano llegó a los tribunales.
La hija mayor de Mandela, Makaziwe, y otros 15 miembros de la familia, reclaman que se entierren los restos de Mandela en Qunu, lugar donde el líder pasó su niñez –y donde hizo construir su casa de retiro–, al lado de tres de sus hijos ya fallecidos, que estaban enterrados allí pero cuyos restos fueron trasladados –sin autorización– a la villa de Mvezo por parte de uno de sus nietos, Mandla Mandela.
Mvezo es el lugar de nacimiento de Nelson y se ubica a unos 20 kilómetros de Qunu, donde el nieto planeaba crear un santuario para Mandela, un hotel y un estadio, de acuerdo con la agencia de noticias South African Press Association.
La hija del exmandatario obtuvo ayer una orden judicial para poder volver a sepultar los restos exhumados donde Mandela pasó su niñez, en Qunu.
De acuerdo con la decisión judicial, los restos de los tres hijos de Madiba (nombre del clan de Mandela en el idioma xhosa y con el que se le conoce cariñosamente) podrán volver al panteón familiar en Qunu.
Pleitos e intrigas. Nelson Mandela, de 94 años, se encuentra desde el domingo pasado en estado crítico en el hospital de Pretoria, en el que fue ingresado el 8 de junio, tras sufrir una recaída de una infección pulmonar.
Pero este pleito judicial es apenas la punta del iceberg en la discusión de la familia de Mandela en cuanto a cómo disponer del legado de esta figura internacional. Según un reportaje publicado en mayo en el sitio web de El País de España, los familiares de Mandela, desde hace meses, se pelean quién se quedará con alguna vajilla o con algún juego de muebles.
Ojalá los pleitos no pasaran de eso, pero dos de las tres hijas de Mandela, –Makaziwe y Zenani–, según El País , han llevado a juicio a varios cercanos amigos de Mandela para arrancarles las riendas de las empresas que Madiba fundó y cuyo destino confió a sus amigos –uno de ellos George Bizos, abogado que defendió a Mandela en 1964 para evitarle la pena de muerte y con quien lleva más de 60 años de amistad– justamente para que la familia no pudiera ejercer control sobre ellas y, de este modo, nunca le faltara nada. Este juicio y lo que persiguen las dos hijas de Mandela, va completamente en contra de los deseos de Madiba, según lo advierte el artículo de El País .
La esposa, la despreciada. Graça Machel, de Mozambique, es la tercera esposa de Madiba.
Ella es una figura despreciada por la familia de Mandela ya que los parientes del expresidente consideran que solo está con él por su dinero, según afirma el reportaje dado a conocer por El País .
Según detalla dicho artículo, la mayor preocupación de Machel, en realidad, es evitar que su marido, en algún momento de lucidez, llegue a leer un diario y se entere del último vergonzoso capítulo del drama de novela que protagoniza su familia.
De acuerdo con información publicada en la página en Internet de The Guardian , mientras Machel ha consagrado su vida a la lucha por los derechos humanos y por la igualdad de género, la hija mayor de Mandela (Makaziwe) puede presumir de ser el cerebro detrás de la empresa de vinos que lleva el nombre de su abuelo.
Machel, así como Mandela, es abogada, y su primer marido, Samora Machel, la llevó a conocer el mundo de la política, como primer presidente de una Mozambique independiente. En 1986, murió trágicamente en un accidente de avión. Se podría decir, entonces, que Graça ha sido primera dama en dos ocasiones (y lo sigue siendo), aunque en el caso de Nelson, se casaran en 1998, solo un año antes de que Mandela dejara su silla presidencial.
Lo que parece claro es que se abrió una brecha insuperable entre la familia y amigos de Mandela.
Otra cosa parece hacerse más evidente conforme se acerca el día ineludible de su fallecimiento: las luchas por su dinero, legado, imagen y todo lo que pueda generarle dinero a la familia seguirá siendo objeto de querellas de tipo legal, cara a cara y frente al patriarca, como lo ha hecho hasta ahora la familia... Quizás la senilidad no sea tan mala después de todo.