Nairobi
El Gobierno de Kenia prohibió que las escuelas del distrito de Mandera, en la frontera con Somalia, acepten alumnos extranjeros como una "medida de seguridad" para evitar más atentados terroristas de al-Shabab, informó el Ministerio de Educación keniano.
El director de Educación del distrito de Mandera, Ismael Barrow, añadió que a los estudiantes extranjeros que ya están inscritos se les permitirá completar sus cursos, pero bajo estrecha vigilancia, mientras que los nuevos alumnos, en especial los somalíes, no podrán registrarse.
Las escuelas de los distritos fronterizos con Somalia —Mandera, Wajir y Garissa— cuentan con un gran número de estudiantes extranjeros.
Según denunció Barrow, en declaraciones recogidas por el periódico keniano Daily Nation, los estudiantes somalíes "pretenden adquirir la ciudadanía keniana a través de las escuelas".
Si un menor somalí accede a una escuela en Kenia, especialmente en zonas rurales, el Gobierno le proporciona un certificado de nacimiento para que pueda inscribirse al examen de Certificación de Escuela Primaria (KCPE) .
Así, con el certificado que acredita que ha nacido en Kenia, a los 18 años podría obtener un documento de identidad del país.
El Gobierno keniano ve este proceso como una amenaza para la seguridad en la zona y un camino para el acceso de terroristas a través de una frontera muy porosa e imposible de controlar por las fuerzas de seguridad.
"Los datos recogidos muestran que hay al menos 890 alumnos extranjeros en nuestras escuelas primarias y secundarias, pero haremos un seguimiento para verificar las cifras" , aseveró Barrow al respecto.
Además, puso en duda "el compromiso" de las escuelas privadas en la verificación de la nacionalidad de los estudiantes.
Los distritos fronterizos con Somalia han sufrido numerosos ataques terroristas y la comunidad educativa keniana se ha visto sacudida especialmente por dos atentados: en la Universidad de Garissa, donde murieron 147 personas, y en un autobús en Mandera, donde fueron asesinados al menos 24 profesores.
Tras el atentado en el autobús, alrededor de 2.000 profesores pidieron ser trasladados de sus puestos de trabajo en el noreste de Kenia y el pasado mayo cerca de un centenar de escuelas de estas provincias fueron cerradas temporalmente por la situación de inseguridad.
El creciente número de ataques transfronterizos ha puesto en entredicho la capacidad de las fuerzas de seguridad kenianas para controlar una frontera que discurre a lo largo de 700 kilómetros de zona semidesértica y con una densidad de población muy baja.
La construcción de un muro a lo largo de la frontera es otra de las medidas anunciadas por el Gobierno keniano para mejorar la seguridad y prevenir los ataques terroristas y los movimientos ilegales de población.