En Liberia la inestabilidad es la norma, la muerte es un recuerdo colectivo y vivir con más de $1,25 al día es un lujo que solo se pueden dar 2 de cada 10 personas.
La nación africana más golpeada por el ébola —834 casos y 466 fallecidos, según la Organización Mundial de la Salud— vive, desde hace años, una crisis social y económica que la epidemia solo ha venido a empeorar.
Las dos guerras civiles que azotaron a la nación africana a partir de 1989 (en las que murieron unas 250.000 personas) dejaron un país destruido, una economía blandengue y un Estado con poca capacidad de actuar ante emergencias.
Décadas de muerte. La nación africana, fundada en 1822 para albergar a los esclavos emancipados de Estados Unidos, experimentó años convulsos durante las últimas décadas.
En 1980, el continuismo en el poder de la minoria americana-liberiana (alrededor del 5% de la población y que había dirigido al país desde 1847) se interrumpió cuando el sargento Samuel K. Doe derrocó y dio muerte al presidente William Tolbert.
Doe, quien se convertiría en uno de los principales aliados de los Estados Unidos en África durante la Guerra Fría, estableció un régimen militar apoyado por la mayoría de la población.
Sin embargo, Doe se volvió cada vez más represivo contra las etnias Gio y Mano, a la vez que comenzó a colocar a individuos de la etnia Krahn (a la que pertenecía) en cargos de importancia, escenario que sería ideal para el surgimiento de una de las figuras más cuestionadas de las historia africana, Charles Taylor.
Taylor, condenado a 50 años de prisión por crímenes de lesa humanidad, reunió a rebeldes de las tribus Gio y Mano en Costa de Marfil y desde ahí invadió la región de Nimba en 1989, provocando una guerra tribal que se extendió a todo el país hasta 1996. En ese año se firman unos acuerdos de paz que nunca se respetaron en su totalidad, pero que le permitieron a Taylor alcanzar la presidencia en 1997, mediante una contienda en que el terror infundido por los grupos armados fue la tónica.
El nuevo mandatario se dedicó, durante su Gobierno, a combatir insurgencias y a apoyar a los rebeldes de los países vecinos, siendo el caso de Sierra Leona el más sonado, ya que Taylor le vendía armas a los rebeldes a cambio de diamantes en una guerra que dejó unos 120.000 muertos y que se caracterizó por las mutilaciones corporales.
Con ese panorama apareció, en 1999, el grupo Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD), una agrupación formada por disidentes del ejército y respaldada por los gobiernos de Sierra Leona y Guinea. El LURD se rebeló en el norte de Liberia y ya en el 2001 se había convertido en una amenaza importante para el gobierno de Taylor.
En 2003, el LURD empezó a asediar Monrovia, capital de Liberia, hasta que el primero de agosto el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas decidió enviar una fuerza multinacional, seguida de una fuerza de estabilización.
El 11 de agosto Taylor dimitió y huyó al exilio en Nigeria. Días después, el 18 de agosto, se firmaría un acuerdo de paz que creó la estructura para un Gobierno de transición de dos años tras los que sería electa en 2005 la actual presidenta y [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20140826_0004]]Premio Nobel de la Paz 2011, Ellen Johnson Sirleaf[[END:INLINEREF]].
Johnson disputó, en ese momento, la presidencia con George Weah, embajador de la Unicef y uno de los mejores futbolistas africanos de la historia.
En general, la labor de Johnson ha sido elogiada, especialmente porque consiguió cancelar una deuda externa de $3.500 millones. Empero, entre las críticas internacionales a su gestión se encuentra el restablecimiento de la pena de muerte en 2008 para los crímenes de robo a mano armada, terrorismo y secuestro de vehículos si daban lugar a muertes.
Economía que flaquea. Liberia es un país catalogado por el Banco Mundial como de ingresos bajos, con un producto interno bruto per cápita de $410 anuales; es decir, los ingresos de un costarricense al año equivalen a los de 22 liberianos.
La base de su economía ha sido históricamente la explotación del hierro y sobre todo de la industria del hule, mediante la actividad de Bridgestone, compañía que tiene las mayores plantaciones de caucho en el país pero que ha sido acusada constantemente por las malas condiciones laborales.
Su agricultura y ganadería son de subsistencia y la pesca está poco desarrollada. El 85% de la población está desempleada.
Los liberianos tienen una esperanza de vida de 60 años y su idioma oficial es el inglés, aunque solo es hablado por el 15% de la población. El promedio de años escolares cursados por la población es 3,93.
Según Amnistía Internacional (AI), la impunidad es un tema recurrente en Liberia, especialmente porque el sistema judicial no cuenta con un tribunal penal que lleve a juicio los delitos de derecho internacional.
Además, AI denuncia que siguen presentándose la violación y otras formas de violencia sexual contra mujeres y niñas, incluidas prácticas tradicionales nocivas como la mutilación genital femenina y el matrimonio a edad temprana.
Las lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales también sufren persecución constante. Existen dos proyectos de ley en curso que buscan declarar la homosexualidad como un delito grave.