Alepo, Siria
El Ejército de Siria retomó este lunes el control de los barrios del noreste de Alepo y se encaminaba hacia una victoria total en una de las batallas más importantes y simbólicas de la guerra civil que asuela a ese país árabe.
Miles de civiles huían de los bombardeos y los combates callejeros, y buscaban refugio en zonas más seguras, tras haber resistido durante cuatro meses al asedio impuesto por el régimen.
"Son los peores días desde el inicio del asedio. La situación es catastrófica. Hay un éxodo masivo y la moral está por los suelos", dijo Ibrahim Abu Laith, portavoz de los Cascos Blancos, el servicio de socorristas en la zona rebelde de Alepo.
"No hay comida, agua, refugio ni medios de transporte (...) La gente duerme en la calle", añadió con la voz quebrada.
Entre quienes huyeron, miles de habitantes se dirigieron a las zonas controladas por el gobierno. Otras familias se refugiaron en barrios que siguen en manos de los rebeldes, donde los habitantes les proporcionaron mantas para hacer frente al frío de la noche.
Las tropas de Bashar al-Asad aprovecharon su mayor poderío militar y la ayuda de sus aliados extranjeros para reconquistar este lunes el noreste de Alepo, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).
Al perder un tercio del este de Alepo, los rebeldes sufrieron "su mayor derrota desde que se apoderaron de la mitad de la ciudad en el 2012", dijo el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.
Los insurgentes desbarataron varias ofensivas del régimen en el último año, pero esta vez no logran frenar la amplia operación terrestre y aérea lanzada el 15 de noviembre por el Ejército y los curtidos combatientes extranjeros que lo respaldan.
Trascendencia de victoria. La toma de Alepo por el régimen sería "un punto de inflexión" en el conflicto que asuela el país desde hace cinco años y medio, pues pasaría a controlar las cinco principales ciudades sirias, considera Fabrice Balanche, experto en Siria del The Washington Institute for Near East Policy.
Esta victoria enviaría, además, la señal de que "la oposición es incapaz de lograr un éxito importante en el ámbito militar" y de presentarse como "alternativa" frente a Damasco, opinó.
La pérdida del este de Alepo también sería una derrota para los aliados de la oposición, entre ellos Arabia Saudiía, Catar y Turquía, así como los países occidentales. Reforzaría, sin embargo, a quienes respaldan al régimen, en primer lugar Rusia, que contribuyó mucho al retroceso de los rebeldes desde el principio de su intervención en setiembre del 2015.
Este lunes, Naciones Unidas se manifestó "extremadamente preocupada" por los civiles atrapados en el este, que viven "en condiciones horribles", según declaró su portavoz, Stéphane Dujarric.
"Pedimos encarecidamente a todos los beligerantes que cesen sus bombardeos ciegos, que protejan a los civiles y las infraestructuras civiles, y que permitan el ingreso de asistencia humanitaria urgente como lo exige el derecho internacional humanitario", agregó Dujarric.
Asimismo, el ministro de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, pidió el lunes "un alto el fuego inmediato en Alepo y el acceso de agentes humanitarios imparciales para garantizar la protección de civiles vulnerables" en un comunicado.
Por otra parte, Damasco calificó este lunes de "campaña falaz" las acusaciones de los "países occidentales" sobre el supuesto uso de armas químicas por parte del régimen durante la guerra.
Unos 10.000 civiles huyeron durante el fin de semana, 6.000 hacia el enclave kurdo de Sheij Maqsud y el resto hacia las zonas controladas por el gobierno, indicó el OSDH.
El avance de las tropas del régimen se aceleró el sábado con la captura del barrio de Masaken Hanano, el más grande del este de Alepo.
Esa victoria le permitió al Ejército avanzar hacia los barrios de Sajur, Haydariyé y Sheij Jodr, conquistados el lunes, y dividir la zona rebelde en dos, según los medios oficiales sirios.