Taipéi
El presidente taiwanés Ma Ying-jeou confió, este jueves, en que la histórica cumbre con China del sábado sea un "primer paso" para normalizar relaciones, a pesar de los temores de la oposición de un acercamiento al régimen comunista de Pekín.
El líder de Taiwán, una isla considerada por Pekín como una provincia rebelde, se reunirá en Singapur con el presidente chino Xi Jinping, en una cumbre resultado de siete años de mejora en las relaciones bilaterales tras décadas de hostilidad.
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Se trata de la primera reunión de los máximos dirigentes de Taiwán y China desde 1949 cuando, tras la victoria de los comunistas de Mao Zedong en la guerra civil, los líderes de la entonces República de China, liderada por el partido Kuomintang de Chang Kai Chek, se refugiaron en la isla, al otro lado del estrecho de Taiwán.
"Ambos lados del estrecho tienen que trabajar para rebajar la hostilidad. Este es el primer paso hacia una normalización de relaciones entre los líderes", afirmó Ma.
En 1971, China fue reconocida internacionalmente y arrebató a Taiwán su asiento en el Consaejo de Seguridad y en Naciones Unidas. Actualmente, solo 22 países reconocen a Taipéi, gran parte de ellos en América Central y el Caribe, lo que ha llevado a los taiwaneses, pese a su prosperidad, a tener un papel diplomático marginal.
"Durante mucho tiempo Taiwán ha tenido muchas dificultades para participar en eventos internacionales (...) Vamos a tratar la cuestión para intentar alcanzar algún tipo de acuerdo que dé mayor espacio internacional a Taiwán", dijo el presidente Ma.
La oposición taiwanesa ha criticado la cumbre y considera que Ma intenta influir en las elecciones presidenciales de enero, en las que su partido KMT podría perder el poder, en un contexto de creciente sentimiento antichino entre la población, que teme la influencia de Pekín.
"Estamos furiosos porque Ma va a vender Taiwán", afirmó Hsu Ya-chi, una portavoz del partido independentistas Taiwan Solidarity Union, que cree en un pacto secreto entre el presidente y Xi Jinping.Ma asegura que "la cumbre no tiene nada que ver las próximas elecciones" y que su objetivo es buscar "el bienestar de la próxima generación", construyendo "un puente" entre ambos lados del estrecho.
A pesar de su rivalidad histórica, Taiwán y China han mejorado paulatinamente sus relaciones en los últimos años con el establecimiento de vuelos directos, acuerdos comerciales y un enorme boom turístico.
La mejora de las relaciones diplomáticas no impide que Pekín continúe reivindicando su soberanía sobre Taiwán y su determinación de llevar a cabo la reunificación por todos los medios, incluyendo el uso de la fuerza.