Seúl
Estados Unidos dio por terminada este viernes la "paciencia estratégica" con Corea del Norte y le advirtió que no descarta una acción militar si continúa con sus ambiciones nucleares.
El secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson hizo esta dura declaración tras una visita a la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, y tras haber constatado el fracaso de 20 años de esfuerzos diplomáticos para detener el programa de armas nucleares de Piongyang.
"Desde luego que no queremos (...) un conflicto militar", dijo Tillerson a la prensa, antes de añadir, sin embargo: "Si (los norcoreanos) elevan la amenaza de su programa de armas nucleares a un nivel que consideramos requiera una acción, entonces esa opción está sobre la mesa".
"La política de paciencia estratégica se ha acabado" aseguró el secretario de Estado en conferencia de prensa con su homólogo surcoreano Yun Byung-Se. "Estamos estudiando nuevas medidas diplomáticas, de seguridad, económicas. Todas las opciones están sobre la mesa", insistió sin dar más detalles.
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Se trata de un claro cambio respecto a la política llamada de "paciencia estratégica" que llevó a cabo el predecesor de Donald Trump en la Casa Blanca, Barack Obama.
Estados Unidos descartó dialogar con Corea del Norte hasta que no se comprometa de forma clara a desnuclearizarse, con la esperanza de que las tensiones internas en este aislado país puedan generar cambios.
El jefe de la diplomacia estadounidense, ex director ejecutivo de la empresa petrolera ExxonMobil, efectúa una gira por Asia, su primera experiencia diplomática en la gestión de crisis.
Tillerson prevé reunirse con el presidente surcoreano interino, Hwang Kyo-ahn, al tiempo que China exige a Estados Unidos busque otra forma de gestionar el conflicto con Corea del Norte.
En este contexto, Tillerson visitará el sábado China, principal aliado diplomático y socio comercial de Corea del Norte, para pedirle a su vez que acentúe su presión sobre ese país.
El presidente Donald Trump acusó mediante un tuit a Pekín de no hacer lo suficiente para presionar a su vecino del sur.
"Corea del Norte se está comportando muy mal. Han estado 'jugando' con Estados Unidos durante años. ¡China ha hecho poco para ayudar!", escribió el mandatario estadounidense en Twitter.
Norcorea aspira desde hace tiempo a convertirse en una potencia nuclear. Llevó a cabo su primer ensayo nuclear subterráneo en 2006, ignorando por completo la oposición internacional. Desde de entonces ha realizado otras cuatro pruebas, dos de ellas en 2016.
Además, quiere poner a punto un misil intercontinental balístico (ICBM) capaz de alcanzar el continente americano. Aunque Trump prometió que ello no ocurriría, los expertos creen que China quizá sea el último país con influencia sobre el hermético régimen de Kim Jong-un.
"Sabemos que otros países pueden tomar medidas" para presionar a Corea del Norte, aseguró Tillerson, refiriéndose al "nivel máximo de acción posible en el marco de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU", que han condenado reiteradamente a Piongyang.
El jueves, Tillerson prometió en Tokio –primera parada de su gira– que presionará a China para que contenga a su aliado norcoreano.
Durante su campaña electoral, el presidente Donald Trump generó inquietud en la región al dar a entender que Japón y Corea del Sur debían hacer más por su propia defensa.
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Sin embargo, desde su victoria, Trump se ha reunido en dos ocasiones con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y ha reiterado el apoyo total de Estados Unidos.
Por su lado, el gobierno chino es reticente a cualquier acción que pueda desestabilizar el régimen de Kim Jong-un.
Además, Pekín criticó públicamente la decisión de Estados Unidos de desplegar en Corea del Sur el escudo antimisiles THAAD (Terminal High-Altitude Area Defense).
Tanto Corea del Sur como Estados Unidos aseguran que el despliegue tiene por única finalidad defenderse de cualquier amenaza de Corea del Norte.
No obstante, Pekín considera que el THAAD y su potente radar podrían reducir la eficacia de sus propios sistemas de misiles. China reaccionó airadamente, imponiendo una serie de medidas que Seúl interpretó como represalias económicas.