Ho Chi Minh (Vietnam)
Los blogueros y activistas políticos vietnamitas desafían al férreo régimen comunista de Hanoi, que ha respondido con encarcelaciones de disidentes y el endurecimiento de las leyes sobre la libertad de expresión en internet.
"Mientras Vietnam agrava la censura con nuevas leyes y reglamentaciones, se multiplican la represión policial, las encarcelaciones, las intimidaciones e incluso las agresiones sexuales contra blogueros jóvenes para asustarlos e imponerles el silencio y la autocensura", denuncia Vo Van Ai, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Vietnam.
Una de las últimas encarcelaciones notorias fue la del abogado y activista católico Le Quoc Quan, condenado a 30 meses de prisión por "fraude fiscal", aunque organizaciones como Human Rights Watch denunciaron que el supuesto delito contra el erario público era sólo un pretexto.
Apenas unas semanas después, Dinh Nhat Uy, un activista de 30 años, fue sentenciado a 15 meses de prisión por unos comentarios en Facebook críticos con el gobierno de ese país, y que fueron considerados como "un abuso de los derechos de libertad y democracia".
Con una prensa absolutamente controlada por el régimen, la aparición de los blogs a partir de 2005 permitió a miles de vietnamitas conocer aquello que sus dirigentes políticos querían ocultar.
El gobierno vietnamita se vio rápidamente desbordado ante la publicación de escándalos de corrupción, conflictos territoriales con China, atentados contra los derechos humanos o casos de nepotismo dentro del Partido Comunista.
"Los blogs han abierto nuevos horizontes para la comunicación, el intercambio de información y la discusión para vietnamitas de toda clase y condición", sostiene un informe realizado en septiembre por la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) .
"Los blogueros son los verdaderos periodistas de este país, hacen lo que nosotros no nos atrevemos a hacer", afirma un periodista que prefiere no revelar su identidad.
La respuesta gubernamental fue tajante desde el principio: represión amparada en el artículo 88 de la Constitución, que penaliza la propaganda contra el Estado o el Partido Comunista y en el artículo 248 del Código Penal, que castiga el "abuso de la libertad de expresión".
Según el informe de la FIDH, al menos 32 blogueros disidentes están encarcelados por publicar opiniones consideradas "subversivas" por el Gobierno.
Por su parte, Amnistía Internacional calcula a que son 75 los disidentes políticos (blogueros o no) que permanecen en prisiones vietnamitas, "algunos de ellos en condiciones muy duras desde hace años".
Libertad de expresión. Para Reporteros Sin Fronteras (RSF) Vietnam se sitúa en el puesto 172 de una lista de 179 naciones en su índice de libertad de prensa y califica al país asiático como la tercera mayor prisión del mundo para blogueros después de China e Irán.
Las numerosas penas de prisión de entre dos y dieciséis años no parecen amedrentar a los disidentes, que en los últimos años han aprovechado la extraordinaria expansión de las redes sociales para difundir sus informaciones, con 16 millones de vietnamitas inscritos en Facebook.
Lejos de plantearse un giro político o una mayor tolerancia a la libertad de expresión, el régimen de Hanoi ha respondido a la creciente contestación social en la red con un endurecimiento de las leyes en los últimos cuatro años, según la FIDH.
El último paso en esa dirección ha sido una norma que a partir de enero castigará con multas de hasta $4.740 a quienes critiquen al Estado por internet.
Unos meses antes, en agosto, el régimen aprobó un decreto que prohíbe la publicación en las redes sociales de textos u opiniones que se opongan a la República Socialista de Vietnam y que "dañen la seguridad nacional".
Según algunas interpretaciones de esta ley, resulta ilegal compartir en las redes sociales artículos de medios de comunicación o comentarios sobre asuntos que el gobierno considera inconvenientes.
Este tipo de medidas llevaron a Rupert Abbott, investigador de Amnistía Internacional, a afirmar que "Vietnam se está convirtiendo en una de las prisiones más grandes del sudeste asiático para los defensores de los derechos humanos y otros militantes".
Ante el continuo endurecimiento de las leyes, los grupos disidentes reclaman un incremento de la presión internacional, pero se muestran desanimados ante noticias como la sorprendente admisión de Vietnam en el Consejo sobre Derechos Humanos de la ONU el pasado noviembre.