Managua. AFP. El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, se perfila como firme aspirante a un tercer mandato en las elecciones de noviembre del 2016, alentado por la debilidad de una oposición dividida y la popularidad que conserva tras nueve años en el poder.
Aunque el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN ) no lo ha designado candidato, Ortega aparece como el aspirante más sólido del oficialismo, con 54% del respaldo popular, según encuesta hecha en octubre por la firma CID Gallup .
“Es evidente que (Ortega) se postulará nuevamente, es una enfermedad, se cree indispensable. Él lo cree y nosotros le ayudamos a que lo crea con nuestro silencio, miedo o alabanzas a su gobierno”, dijo el sociólogo Cirilo Otero.
“No tengo dudas de que mientras (Ortega) esté vivo, va a ser el candidato (sandinista) aunque tenga 90 años, porque parte de su fuente de poder es el dominio de la candidatura”, comentó la disidente sandinista Dora María Téllez.
De ganar los comicios venideros, Ortega se mantendría en la presidencia hasta el 2021 y se convertiría en el gobernante con más años en el poder desde 1979, cuando fue derrocado Anastasio Somoza , último miembro de la dinastía familiar que gobernó el país por casi 45 años.
Talón de Ortega. Sin embargo, algunos analistas consideran que el gobernante, de 70 años, no las tiene todas consigo y que su mayor debilidad es el tema social.
Ortega, sin hacer explícitas sus aspiraciones, publicita éxitos en el campo social como la reducción de la pobreza de 42,5% a 29,6% en los últimos cinco años, así como el logro de una estabilidad macroeconómica reconocida por los organismos financieros internacionales.
Pero “esos son datos de escritorio y no la realidad cotidiana” de la población que, según la misma encuesta de CID-Gallup, percibe la pobreza, la falta de empleo y el alto costo de la vida como sus principales problemas, afirmó el sociólogo y analista político Óscar René Vargas.
“No quiero decir que (el descontento) se traduzca en pérdida de votos, porque aún es muy pronto para hacer pronósticos”, pero “esta situación social puede crearle un ambiente negativo”, agregó el analista.
Ortega estuvo al frente del gobierno de 1979 a 1985 como miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional, tras la caída de la dictadura de Somoza y luego como presidente, de 1985 a 1990, cuando perdió las elecciones ante Violeta de Chamorro.
Tras 16 años en la oposición, el líder sandinista fue elegido en el 2006 para un mandato de cinco años, que renovó en el 2011 gracias a que logró la eliminación de una norma constitucional que le impedía reelegirse en forma sucesiva.
Calidad de elecciones. Para la oposición, la principal preocupación no es la postulación de Ortega, sino el temor de que el proceso electoral no sea libre y transparente.
“Si las elecciones son transparentes y honestas, si no se las roba (el oficialismo), ellos pierden”, expresó Téllez, una excomandante guerrillera que acompañó a Ortega en sus primeros años de gobierno, hasta 1990.
“Él ya perdió en cuatro ocasiones. Definitivamente, si las elecciones fueran libres, él perdería de nuevo”, sentenció el diputado del Partido Liberal Independiente (PLI, derechista), Eliseo Núñez.
A un año de los comicios, los opositores mantienen un asedio constante al Gobierno. Cada semana, pequeños grupos de manifestantes realizan concentraciones en Managua y otras ciudades nicaragüenses para exigir transparencia en los comicios.
Sin embargo, la oposición no logra unirse ni encuentra un liderazgo fuerte capaz de oponerse a Ortega con opciones de triunfo. “El gran reto de la oposición es la unidad (...), pero no veo nada por ahora que indique que la habrá”, expresó Vargas.
El Consejo Supremo Electoral (CSE) aún no ha convocado oficialmente a los partidos a participar en los comicios y, aunque eso no está reñido con la ley, el silencio comienza a llamar la atención de los opositores.
“Una vez abierto el proceso electoral, la movilización política se va a intensificar y Ortega quiere evitarla la mayor cantidad de tiempo posible porque quiere mantener controlado a punto de garrote a sus opositores”, interpreta Téllez.
También juegan factores externos como las próximas elecciones legislativas en Venezuela, que le servirían de parámetro a Ortega para actuar localmente, en opinión de Núñez.
“No tanto por el resultado (de los comicios) sino por la reacción de la comunidad internacional ante cualquier anomalía (...) si la reacción es fuerte lo que vamos a tener (en Nicaragua) son elecciones con mayor transparencia que la que hubo en el 2011”, consideró.