Tegucigalpa. En una pequeña oficina en la sede del partido Libertad y Refundación (Libre), localizada a un costado del Estadio Nacional, una decena de representantes de mesa se capacitan sobre cómo deberán trabajar el próximo 24 de noviembre.
Los instruyen para que aprendan a detectar cualquier irregularidad y cómo informarla a las autoridades. Les dicen, por ejemplo, que deben cerciorarse de que nadie ingrese a la urna con un celular, tal como indica la ley. De lo contrario, los electores podrían fotografiar su voto para luego cobrarlo a los partidos, como ha sucedido en procesos anteriores.
En Honduras, las irregularidades en las urnas existen prácticamente desde que nacieron las elecciones. “Votar con el estómago” es una frase que suele escucharse sobre aquellos que, especialmente en las zonas rurales, entregan el voto a un partido a cambio de un plato de comida o una canasta de víveres.
“También llevan plata, medicinas, ropa ”, dice Owen Lemoth, un joven de La Mosquitia que asiste a la universidad en la capital.
Los analistas coinciden en que, pese al fortalecimiento de la democracia experimentado por Honduras en las últimas tres décadas, el riesgo de irregularidades pulula sobre estos comicios.
“En Honduras siempre existe la posibilidad de un fraude, que tradicionalmente se ha dado entre los partidos Liberal y Nacional, pero ahora hay nuevos invitados. Si esos invitados logran organizarse para enviar representantes a todas las mesas podrán evitar que se dé algún tipo de irregularidad”, sostiene Julio César Navarro, sociólogo y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Tanto Libre como el Partido Anticorrupción (PAC), dos fuerzas emergentes que disputan el poder a los partidos tradicionales, aseguran contar con la estructura suficiente para contar con delegados en todas las mesas. Asimismo, dicen disponer de datos que les dan la victoria.
Del lado oficialista, el candidato Juan Orlando Hernández da por un hecho que tomará las riendas del país, después de haber sido elegido en una votación interna en la que hubo acusaciones de fraude por parte del otro precandidato, Ricardo Álvarez.
También existen dudas sobre el sistema de transimisión de resultados, que se empleará por primera vez en estas elecciones. El software fue puesto a prueba en los comicios primarios de los partidos y la entrega de datos sufrió retrasos hasta de horas.
Con todos estos elementos, los analistas consultados no descartan la explosión de una nueva crisis política después de que se divulguen los resultados.
El Tribunal Supremo Electoral defiende el proceso y asegura que estas serán las votaciones más observadas de la historia, con enviados de la Unión Europea y de la Organización de Estados Americanos (OEA).