Ciudad de Guatemala. AFP. Delegados de la Organización de Estados Americanos (OEA) discuten desde ayer en Guatemala alternativas a la guerra frontal que impulsa Washington contra los poderosos carteles de la droga, en busca de frenar la violencia criminal que deja miles de muertos en Latinoamérica.
Los representantes de los países de la OEA, entre ellos ocho cancilleres, debaten sobre las nuevas vías del combate al narcotráfico, aunque divididos sobre una legalización del consumo, comercio y tránsito, como lo propone el presidente guatemalteco, Otto Pérez.
Pese a que existe un interés para debatir alternativas y enfrentar el narcotráfico, Estados Unidos insiste en mantener la guerra directa a ese flagelo, que ha convertido a Centroamérica en la región sin conflicto más violenta del mundo, con más de 30 muertes por cada 100.000 habitantes, según Naciones Unidas.
En esta asamblea extraordinaria, la OEA espera alcanzar una posición común sobre el problema mundial de las drogas de cara a la asamblea especial de las Naciones Unidas que se celebrará en el primer trimestre del 2016.
La reunión es un seguimiento a la declaración sobre drogas de la Asamblea General de la OEA realizada en 2013 en la ciudad de Antigua, al suroeste de la capital.
Al inaugurar la reunión, Pérez afirmó que la ilegalidad de las drogas y la guerra contra el narcotráfico se saldan con miles de muertos en México y en Centroamérica.
“Estamos conscientes de que el régimen internacional impone el prohibicionismo, inspira la guerra que nuestros países en particular, los de tránsito como Guatemala y el resto de Centroamérica, hemos librado contra las drogas con un alto costo de violencia”, manifestó.
Iniciativa. Pérez sorprendió en febrero del 2012 cuando propuso legalizar el consumo, distribución y tránsito de drogas, y estima “urgente” que el continente concrete una propuesta de regulación, ante el fracaso de la política estadounidense que, a su juicio, fortaleció los carteles del narcotráfico y disparó la violencia.
Pérez consideró que luego de 50 años de escasos avances de la política frontal al narcotráfico, es “oportuno el reconocimiento de la flexibilidad en la interpretación de las convenciones, con el objeto de que cada país, en el marco de su propia realidad, pueda innovar”.
Sobre esa capacidad de innovar, Pérez manifestó: “Es un debate que tenemos que tener en el año y medio que resta a la sesión especial de ONU sobre drogas de 2016” .
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, afirmó que es momento de “debatir sin tapujos el problema de las drogas en el hemisferio”, aunque reconoció que unos países están más afectados.