Para comprender el actual contexto político de Guatemala, hay que remitirse, sin duda, al impacto generado por el colombiano Iván Velásquez, al frente de la Cicig desde octubre del 2013.
La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) empezó a funcionar en el 2007, luego de un acuerdo entre Naciones Unidas y el Gobierno de ese país con el propósito de investigar delitos de cuerpos ilegales de seguridad y desmantelarlos.
La Cicig reveló, el 16 de abril de este año, la investigación de La Línea, como se conoce a la red de cobro de sobornos que se hizo a empresarios para la evasión de impuestos en el sistema nacional de aduanas.
Esta indagación implicó 80.000 escuchas telefónicas revisadas en las que se hallaron referencias al exmandatario Otto Pérez Molina y a la exvicepresidenta Roxana Baldetti , ambos en prisión preventiva.
El comisionado de la Cicig investigó en Colombia la relación de políticos con paramilitares, lo que le valió el título de figura incómoda para el poder.
Hoy a Velásquez se le aclama en las redes sociales, donde muchos lo consideran un superhéroe, un mago y el hombre clave detrás de la renuncia de Otto Pérez . “Iván Velásquez merece un monumento”, dice uno de los mensajes en Twitter.
En Guatemala, dio un golpe, uno de los más fuertes. “Tengo un compromiso con la nación”, dijo Velásquez en una entrevista hace pocos días. Y así lo demostró.