Viena. AFP, EFE, redacción. Irán y las grandes potencias concluyeron el martes un acuerdo que prácticamente imposibilita a Teherán la construcción de una bomba atómica durante varios años, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que ahogan su economía.
El presidente de EE. UU., Barack Obama, se congratuló por el acuerdo que permite “ir en una nueva dirección”, durante una intervención que, por primera vez en más de tres décadas, fue transmitida en vivo en Teherán. Lo pactado, dijo Obama, se funda en comprobaciones, “no en la confianza”.
Londres, Teherán y Bruselas también celebraron un acuerdo “histórico”, mientras que Moscú aseguró que el mundo había lanzado “un gran suspiro de alivio”. El ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, manifestó que el acuerdo permite levantar los obstáculos para constituir una “amplia coalición” contra el grupo terrorista yihadista Estado Islámico (EI).
Por su parte, el canciller de Irán, Mohamad Yavad Zarif, afirmó que lo convenido “no cumple todas las demandas de cada parte”, pero respeta el equilibrio. “Es suficientemente equilibrado como para ser la base de una medida positiva para la solución del problema”.
“Ha comenzado un nuevo capítulo en las relaciones entre la República islámica y el mundo. El régimen de sanciones nunca fue eficaz, pero afectó la vida de la gente”, expresó el presidente iraní, Hasán Ruhaní, quien prometió en el 2012, al asumir el cargo, acabar con las sanciones.
Este desenlace supone un gran éxito para Ruhaní –quien celebró que Dios hiciera “realidad las plegarias” de sus ciudadanos– y también para Obama.
Otra lectura. A las voces generalizadas de optimismo por el acuerdo, se opusieron las de Israel y las de congresistas republicanos de Estados Unidos.
Ese acuerdo es “un error histórico” que permitirá a Irán financiar “su máquina de terror”. “Israel no está vinculado a este acuerdo con Irán, [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20150714_0014]]sabremos defendernos[[END:INLINEREF]]”, amenazó el primer ministro, Benjamín Netanyahu, considerado el gran perdedor por diversos expertos.
“Israel tiene una lectura catastrofista de los hechos. Es uno de los grandes perdedores porque su interés de demonizar a Irán tiene un límite muy claro”, detalló en Costa Rica Sergio Moya, especialista en Oriente Medio de la Universidad Nacional.
Como Netanyahu, congresistas republicanos se pronunciaron contra el acuerdo. El Congreso no tiene que votarlo, pero los republicanos podrían entorpecer su aplicación. Obama les advirtió contra un voto “irresponsable”.
El acuerdo trae muchas interrogantes sobre lo que puede ocurrir en Oriente Medio.
Para diversos expertos, habrá un antes y un después para la región, donde Irán es una creciente potencia regional.
Moya consideró que la influencia de Irán no se puede soslayar. “El conflicto nuclear impedía el reconocimiento de que ese país puede tener un rol constructivo en conflictos como el de Yemen o la presencia del yihadismo en Irak y Siria. Queda mucho por esperar”, añadió.
Hay temas que irán saliendo en el camino: no solo la rivalidad de Irán con Israel, sino también con Arabia Saudí.
Los saudíes se disputan con Irán el dominio en el mundo musulmán, ya que los iraníes son chiitas y los saudíes, sunitas. Una consecuencia del acuerdo podría ser que Riad desee ahora sumarse a las potencias con armas nucleares. Israel, del que se sospecha que dispone de bomba atómica, sigue sin descartar un ataque militar para neutralizar el programa nuclear de Teherán.
Emiratos Árabes Unidos (un país sunita) consideró que este acuerdo puede constituir una “ocasión para abrir una nueva página en las relaciones entre los países de la región del Golfo (Pérsico)”.
El acuerdo. Las discusiones entre Irán y el Grupo 5+1 (los países miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido– y Alemania) fueron prolongadas en varias ocasiones por las divergencias.
El pacto final da contenido real a los grandes principios acordados en Lausana en abril: Teherán se compromete a reducir su capacidad nuclear durante varios años y a permitir que los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) realicen inspecciones profundas de sus instalaciones.
El objetivo es hacer casi imposible que Irán pueda fabricar la bomba atómica, permitiendo al mismo tiempo a Teherán su derecho a desarrollar una industria nuclear civil.
El texto, que autoriza a la República Islámica a continuar con su programa nuclear civil, permitirá normalizar las relaciones de Irán con el mundo.
Una vez las instalaciones iraníes sean reducidas según los términos del acuerdo, hará falta un año para que Teherán vuelva a tener capacidad para fabricar la bomba atómica, frente a los tres meses actuales, explicó el secretario de Estado norteamericano John Kerry.
A cambio, las sanciones internacionales adoptadas desde 2006 por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente a partir de 2016 si la República Islámica cumple con sus compromisos. En caso de violación del acuerdo, podrán ser establecidas, y esa reversibilidad durará 15 años. El embargo de armas continuará durante los próximos cinco años.
Los inversionistas se dicen dispuestos a regresar a este país de 77 millones de habitantes, que dispone de las cuartas reservas de petróleo en el mundo y la segundas de gas.
Pasadas las dificultades de aprobación del acuerdo, llegarán las de la aplicación, que será en sí mismo “un proceso muy complicado”, según el profesor Siavush Randjbar-Daemi de la Universidad de Manchester. “Es ahí donde las cosas podrían torcerse”.