Lausana, Suiza. EFE y AFP. Irán y el grupo de seis potencias apuraron ayer las últimas horas de negociación antes de que termine el plazo, el martes, para alcanzar un acuerdo que ponga fin a un largo conflicto sobre el uso de la energía nuclear por parte de la República Islámica.
Todos los ministros de Relaciones Exteriores del G5+1 (Estados Unidos Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) estaban desde anoche en Lausana para lograr un pacto nuclear con Irán.
El último en llegar el domingo a Suiza fue el canciller británico, Philip Hammond, quien manifestó que un acuerdo es posible, pero solo “si la bomba está fuera del alcance de Irán” .
Un tratado que el ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, consideró clave para evitar un nuevo conflicto en Oriente Medio, una región castigada ya por diversos enfrentamientos, como el más reciente en Yemen .
Según dijo Steinmeier, la paz mundial está en juego si no se logra un acuerdo nuclear, en el que todos han invertido tanto tiempo y esfuerzo.
Por su lado, el jefe negociador iraní, Abás Araqchi, consideró que un acuerdo es “factible”, pero excluyó enviar al extranjero sus reservas de material nuclear , una de las demandas clave de las grandes potencias.
“Llegar a un acuerdo es factible. Se han encontrado soluciones a numerosas cuestiones. Aún estamos trabajando en uno o dos asuntos. Las conversaciones se encuentran en su fase final y son muy complejas”, manifestó.
Araqchi, que se dijo “optimista”, reiteró la necesidad de que todas las resoluciones y sanciones de Naciones Unidas que pesan sobre Irán sean retiradas.
Las potencias estás dispuestas a suspender las sanciones, no a eliminarlas definitivamente, y durante el tiempo necesario para evitar que Irán viole el acuerdo.
Abás se pronunció en contra de exportar las reservas de uranio enriquecido. “No está en nuestro programa y no tenemos intención de mandarlo fuera”.
Deshacerse de las reservas de uranio enriquecido , suficientes hoy como para fabricar varias armas nucleares si fueran más procesadas, alejaría a Irán de la posibilidad de construir la bomba.
Los ministros de las seis potencias se reunieron en la noche por primera vez en una plenaria desde que en noviembre del 2013 se firmó en Ginebra un acuerdo interino que abrió la vía para el complejo proceso negociador que debe concluir mañana.
Altísima prioridad. La trascendencia de un eventual trato es tal que los cancilleres de Estados Unidos, Francia y Alemania extendieron su estadía en Suiza al cancelar viajes que tenían previstos para este lunes.
Para hoy está prevista la primera reunión entre los iraníes y todas las grandes potencias, que podría resultar clave para alcanzar un acuerdo marco político, cuyos detalles técnicos y legales se deberían negociar en los siguientes tres meses.
Mientras que en Lausana los negociadores no se cansan de destacar su voluntad de seguir trabajando duro, los críticos de un posible pacto nuclear expresaron su firme oposición.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, advirtió en Jerusalén del peligro que constituye lo que llamó un “eje Irán-Lausana-Yemen”, que debe evitarse a toda costa.
Lo que se podría firmar en los próximos días es “peor de lo imaginado” por Israel, que se siente amenazado por las actividades nucleares de Irán.
En Washington, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, advirtió de que el Congreso, dominado por el Partido Republicano, adoptará nuevas sanciones si el acuerdo no frena la ambición nuclear iraní.
En tanto, la Casa Blanca instó a Irán a enviar al mundo una “clara señal” de su compromiso con un acuerdo nuclear.
“Es hora de que los iraníes envíen una clara señal a la comunidad internacional sobre si están dispuestos o no a cumplir los serios requisitos que se requieren” , dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, en una entrevista a la cadena ABC.
Una fuente cercana al proceso negociador declaró a la prensa internacional en Lausana que “nada está cerrado todavía” .
El debate continuaba centrado en importantes detalles como la duración de la moratoria que se le impondrá a Irán en la investigación y desarrollo (I+D) nuclear, que podría durar entre 11 años y 15 años.
Otro elemento delicado son las sanciones internacionales, impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU desde el 2006.
Según se filtró a la prensa desde algunas delegaciones, Irán habría aceptado una reducción notable del número de sus centrifugadoras para la producción de uranio enriquecido , un material de doble uso, civil y militar.
Actualmente, la República Islámica cuenta con unas 20.000 centrifugadoras instaladas, de ellas unas 10.000 en funcionamiento, que pasarían en el futuro a 6.000 o incluso menos.
La comunidad internacional teme que Irán tenga intenciones militares bajo el paraguas de un supuesto programa nuclear civil.
Teherán rechaza estas alegaciones y exige ser tratado como cualquier otro país con un programa nuclear supervisado en el marco del Tratado de No Proliferación (NPT) , ratificado en 1970.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) será el encargado de supervisar y verificar cualquier acuerdo.