La elección del presidente de Estados Unidos se lleva a cabo a través de un sistema indirecto, en el que se vota para integrar el Colegio Electoral que finalmente designará al mandatario.
A continuación una explicación de cómo funciona el Colegio Electoral y cómo se elige al presidente estadounidense:
Los votantes de 50 estados y del Distrito de Columbia (D.C.) seleccionan a 538 representantes para el Colegio Electoral, cuerpo descentralizado establecido en la Constitución para distribuir la cantidad de votos presidenciales que tiene cada estado.
Cada estado recibe una cantidad de electores igual a la de los representantes que tiene en el Congreso, órgano que incluye a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y a los 100 integrantes del Senado.
La representación estatal en la Cámara de Representantes se basa en la población del estado, como lo determina el censo cada 10 años. El D.C., que no tiene representación con voto en el Congreso, tiene tres electores.
Salvo en los estados de Maine y Nebraska, donde hay un sistema proporcional por el que se otorgan representantes de acuerdo con la cantidad de votos populares alcanzados por los candidatos, los demás dan todos sus votos a la fórmula que gane en el distrito. Sin embargo, no hay una obligación legal de votar de acuerdo con los resultados de la votación popular.
El caso de Colorado
El estado de Colorado sometió a consideración de sus votantes una propuesta para dividir sus nueve votos electorales en forma proporcional entre los candidatos, pero la iniciativa fue rechazada.
Aunque inicialmente tuvo amplio respaldo, la propuesta cayó en el interés de los votantes ante el temor de que el estado perdería relevancia para los candidatos.
Bajo el sistema vigente, el ganador de la contienda en ese estado se lleva todos sus nueve votos electorales, pero si se reparten, lo más probable es que el ganador se lleve cinco y el perdedor cuatro, con lo cual la disputa se centraría en un solo voto electoral.
Previsión
En caso de un empate en el número de votos electorales a nivel nacional, la Cámara de Representantes decide quién es el presidente y el Senado hace lo propio en el caso del vicepresidente.
En cuatro oportunidades ha sucedido que un candidato gana los votos populares pero pierde la elección porque su rival registra mayores votos electorales.
La última vez que ocurrió fue en los comicios del 2000, cuando el aspirante demócrata Al Gore obtuvo más votos populares que Bush, quien resultó elegido por votos electorales. Lo mismo ocurrió en 1824, 1876 y 1888.
Tradición histórica
El sistema electoral fue establecido en la Convención Constitucional celebrada en 1787 en Filadelfia, tras una ardua disputa.
Una parte de los asambleístas quería que el presidente fuera escogido por el Congreso y otra se inclinaba por dejar la decisión en manos de los votantes en forma directa.
Pero finalmente se impuso la tesis defendida por algunos asambleístas, como George Mason, de Virginia, que temían dejar una decisión tan relevante a la “ignorancia del pueblo”.
Fue así como se impuso la tesis de la elección indirecta a través del Colegio Electoral.
En las primeras tres elecciones, los electores fueron escogidos por los congresos estatales, pero en las elecciones subsiguientes se fue imponiendo la elección popular de los miembros del Colegio.
Para 1836, todos los estados hacían elecciones populares de los delegados, salvo Carolina del Sur, que adoptó el sistema en 1868.