Vaticano
Marie Collins, nombrada por el papa Francisco como asesora en el tema del combate contra el abuso sexual cometido por sacerdotes, dijo que de nada serviría implementar “programas de primera” para prevenir esas prácticas, si los obispos deciden ignorar los hechos.
“No le veo ningún sentido tener programas de primera para proteger a los niños si no hay sanciones para un obispo que decide ignorarlos”, dijo.
“ El motivo por el que todos están tan indignados no es porque haya abusadores en sus filas. Hay abusadores en todos los estratos de la sociedad. El motivo se debe al encubrimiento sistemático”, recalcó Collins, quien fue abusada cuando niña por un sacerdote, hecho que la llevó a convertirse en activista en su nativa Irlanda.
El derecho canónico dispone sanciones si un obispo incurre en negligencia en el cumplimiento de sus deberes, pero hasta ahora ningún obispo ha sido disciplinado por negligencia relacionada con los abusos sexuales.
En su anuncio del sábado, el Vaticano insinuó que eso cambiará y agregó que una de las misiones de la comisión será estudiar los deberes y responsabilidades del clero.
Collins admitió que podría decepcionarse. Pero opinó que vale la pena aprovechar la oportunidad de participar en la comisión, aun bajo el riesgo de perder credibilidad ante otras víctimas de abusos.
“La gente me dice que significa que confío en la Iglesia. Pero el hecho es que no confío para nada en ellos”, afirmó.
“El motivo de que haya dado mi aprobación se debe a que he estado criticando a la Iglesia por el modo en que hace las cosas y cómo trata a los sobrevivientes”, explicó.
“No aprovechar esta oportunidad para decir estas cosas en el núcleo de la Iglesia iría contra todo lo que siento”.
Collins fue agredida sexualmente por el sacerdote Paul McGennis en 1960 cuando tenía 13 años y estaba en el hospital.
Él tomó fotos sugerentes de la niña. La muchachita padeció depresión y agorafobia durante décadas y estuvo internada más de una vez en hospitales psiquiátricos.
Cuando juntó finalmente la valentía como para denunciar a su abusador, su pastor la culpó a ella.
“Me desintegré en mil pedazos. No hablé con nadie durante diez años”, contó.
Finalmente las autoridades civiles enjuiciaron y encarcelaron al sacerdote culpable y fue sentenciado dos veces más por agredir a otros niños.
Fue despojado del hábito sacerdotal y pasó a ser laico en 1997.
En el 2003, Collins ayudó a la arquidiócesis de Dublín a establecer su propio servicio de protección a la niñez y en el 2012 habló en un simposio apoyado por el Vaticano en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma orientado a educar a los obispos en las normas para proteger a los niños.