Berlin
¿Puede Alemania, el país que alguna vez desató el nazismo, liderar a Occidente?
La idea de que una nación donde no hace mucho reinó el militarismo y el nacionalismo pueda ser una referencia insoslayable en el terreno de los derechos humanos y la cooperación internacional pacífica podría parecer descabellada.
Pero tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y el ascenso de movimientos populistas y de extrema derecha en Europa, hay quienes creen que la canciller alemana Ángela Merkel representa la última línea de defensa de los valores liberales en Occidente.
Merkel anunció este domingo a su partido que será candidata a un cuarto mandato de canciller durante las elecciones legislativas del 2017.
Desde que asumió en el 2005, Merkel ha sido figura central en toda cumbre internacional, a menudo aportando la única nota colorida en un mar de trajes grises.
Ha durado más que la mayoría de sus contemporáneos, con excepción del presidente ruso Vladimir Putin, y se manejó con astucia durante la crisis económica mundial.
Física de profesión, Merkel logró preservar las buenas relaciones con sus aliados a medida que iban surgiendo nuevos líderes, incluidos algunos con posturas diferentes a las suyas.
Un masajito. Salió bien librada de situaciones incómodas, como cuando el presidente estadounidense George W. Bush la sorprendió con un masajito en la espalda, en la cumbre del G8 en el 2006, o cuando circularon supuestos comentarios de tono sexual del primer ministro italiano Silvio Berlusconi sobre ella.
Peter Tauber, secretario general del partido Unión Demócrata Cristiana de Merkel, dice que la incertidumbre en torno al nuevo gobierno de otro país generalmente hace que la gente piense que "la cooperación ya no va a funcionar".
Pero Merkel demostró que eso no siempre es así. "Hay quienes piensan que sería bueno que Ángela Merkel siga siendo una garantía de estabilidad entre los estadistas del mundo occidental", sostuvo Tauber.
Merkel se salió del libreto tradicional la semana pasada cuando, luego de conocerse la victoria de Trump, dijo que el respeto a los valores liberales era una precondición para las buenas relaciones entre Berlín y Washington.
Escenario. Muchos analistas opinaron que con ese comentario Merkel se puso en el centro del escenario de la política internacional.
El lunes, ella volvió a la carga al decir que Alemania estaba lista para "proteger la dignidad de cada persona, independientemente de su religión, origen, orientación sexual, género y otros atributos".
El propio Obama pareció reforzar la sensación de que le deja a Merkel el liderazgo del "mundo libre" al decidir pasar dos días en Berlín durante su último viaje al exterior como presidente y declarar que la canciller alemana había sido "probablemente la aliada internacional más cercana de los últimos ocho años".
En lugar de despedirse de Europa en París, la capital del aliado más antiguo de Estados Unidos, o en Gran Bretaña, que se precia de tener una "relación especial" con Washington, la actitud de Obama parece indicar que el corazón del Viejo Continente late ahora en Berlín.
Los líderes de las otras grandes potencias europeas –Gran Bretaña, Francia, Italia y España– se reunieron con Obama en la capital alemana el viernes, un día después de una larga conversación con Merkel.
"La expresión 'líder del mundo libre' generalmente alude al presidente de Estados Unidos", afirmó el historiador Timothy Garton Ash, de la Universidad de Oxford, en un artículo publicado el viernes por el diario izquierdista británico The Guardian. "Estoy tentado de decir que la líder del mundo libre es ahora Ángela Merkel".
Detractores. No faltan quienes piensan que Merkel no es la persona indicada para liderar a Occidente.
Su decisión de abrir las puertas a cientos de miles de inmigrantes que escapaban de la guerra y la pobreza el año pasado fue criticada por algunos sectores nacionalistas de Europa y figuró prominentemente en el debate sobre la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.
Algunos aliados le echan en cara el haber alentado la agitación popular al insistir en la necesidad de recortar el gasto público durante la crisis generada por el endeudamiento del continente.
En Ucrania, los esfuerzos de Merkel por preservar un frente europeo unido de cara a la agresión rusa no parecen estar dando muchos resultados.
A nivel nacional, Merkel enfrenta un nuevo rival nacionalista, la agrupación Alternativa para Alemania, que ha ganado presencia a fuerza de condenar la llegada de refugiados. En lugar de enfrentarlo decididamente, Merkel apeló a su vieja receta: "de algún modo nos arreglaremos".
"Alemania no puede reemplazar a Estados Unidos como líder del mundo libre", afirmó Josef Brami, experto en asuntos internacionales del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores. "En el mejor de los casos, puede proteger a Europa de las tendencias nacionalistas y recordarle a Estados Unidos que el orden mundial liberal que estableció beneficia también los intereses económicos de Estados Unidos. Es algo que el nuevo empresario ocupante de la Casa Blanca debería poder entender".
Figuras allegadas dicen que Merkel está consciente de su responsabilidad y de sus limitaciones. "Está decidida, dispuesta y lista para contribuir a reforzar el orden liberal internacional", aseguró Norbert Roettgen, jefe de la comisión de asuntos exteriores del Parlamento alemán.
"Pero no podemos ver a la canciller alemana como la última figura que sigue de pie. Esto funcionará si nos mantenemos unidos y si contamos con el apoyo de la alianza transatlántica".
A juzgar por los sondeos, Merkel tiene muchas posibilidades de conseguir su cuarto mandato.
Según una encuesta publicada por la edición dominical de Bild, 55% de alemanes desea que Merkel siga en el cargo.