Viena, Austria
Los dos rivales en las presidenciales austríacas del domingo han endurecido el tono para movilizar a los votantes en un duelo electoral muy seguido en Europa entre un candidato de ultraderecha y un ecologista liberal.
El último mitin de Alexander Van der Bellen, antiguo jefe de los Verdes, empezó el viernes por la noche en un barrio de Viena entonando estribillos y acabó en un tono solemne.
Alexander Van der Bellen, que se presenta bajo el estandarte de independiente, quiere ser un presidente del centro porque está convencido de que no se resuelven los problemas mediante los extremos y el flirteo con el radicalismo.
Para Hofer, Europa atraviesa una crisis profunda que debe resolverse concentrando menos poderes supranacionales en Bruselas.
"Hay que deshacerse del sistema polvoriento", exhortó el vicepresidente del parlamento austríaco, de 45 años.
Su partido aplaudió en junio el voto de los británicos a favor de una salida de la Unión Europea y recientemente la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, una victoria contra el establishment desfasado y connivente, según el líder del FPÖ Heinz-Christian Strache.
A imagen y semejanza de la derecha radical de otros países europeos, Nobert Hofer ancla su discurso en el patriotismo austríaco, la preocupación por los excesos de la mundialización y los flujos migratorios en Europa y el descontento con las formaciones políticas tradicionales frente a las cuales el FPÖ, creado en 1955, quiere encarnar la renovación.
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La situación económica de Austria es envidiable, pero parte de la población está insatisfecha y se siente amenazada por la ampliación de Europa a sus vecinos del Este.
Histórico
Si gana Nobert Hofer se convertirá en el primer presidente de extrema derecha en la UE, lo que serviría de aliciente a otros como el Frente Nacional en Francia o el Partido por la Libertad de Geert Wilders en Holanda, dos países que celebrarán elecciones legislativas en 2017.
En el último debate, el jueves, el debate se crispó.
Nobert Hofer acusó a Alexander Van der Bellen de mentiroso, así como de tener un pasado de espía en los círculos de la policía política de Alemania del Este y de lazos con los comunistas.
El efecto sobre los electores de esta tensión y de una campaña interminable es incierto. Muchos austríacos empiezan a cansarse tras 11 meses de exposición mediática de los candidatos de los que conocen, no sólo su programa político, sino también su infancia, ocio e incluso el nombre de sus perros.
"Sí, esta vez votaré, pero por descontado que no iré una cuarta", declaró una vienesa.
La segunda vuelta de las presidenciales del 33 de mayo se invalidó unas semanas más tarde por irregularidades, y se volvió a postergar por problemas en las papeletas.
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La participación será decisiva para desempatar a los dos candidatos, muy cercanos en los sondeos y con sólo 31.000 votos de diferencia, a favor de Alexander Van der Bellen, en el último duelo.
"El que movilice a los abstencionistas será elegido presidente", afirmó Christoph Hofinger, del Instituto Sora.
En mayo la participación fue alta, de 72,65%.