El 23 de junio de este 2016 quedará grabado en la historia europea. El Reino Unido concluye ese día un largo y tortuoso camino para decidir si se mantiene dentro de la Unión Europea (UE) o si, por el contrario, decide seguir su camino en solitario.
Los partidarios de abandonar la UE ( brexit ) llevaban 6 puntos de ventaja (53%) en las intenciones de voto, según el sondeo ICM, publicado por el diario The Guardian el martes, y siete, de acuerdo con el sondeo YouGov para el Times .
Esas cifras hacen temblar a los socios del grupo y a los partidarios británicos de permanecer en la organización, por sus temibles consecuencias.
La salida del Reino Unido “sería una catástrofe para las economías de todos los británicos y también para las de los europeos”, dijo el saliente presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy el miércoles. “Una catástrofe, no solo para la bolsa de España, sino para todas las demás”.
Los porqués. ¿Cuál es el malestar tan profundo que albergan los británicos como para que la mitad de la población desee la salida de la UE? Hay un elemento histórico que impulsa a los independentistas: el Reino Unido fue un imperio sin contar con Europa. En realidad, las causas son múltiples, pero el enfoque está en unos cuantos puntos:
Quieren más soberanía sobre sus decisiones y que no sea personal de Bruselas (sede de la UE) el que las tome por ellos.
Creen que la UE impone muchas reglas que encarecen los negocios y que el Reino Unido aporta demasiado dinero por su membrecía (cerca de 12.000 millones de euros) a cambio de casi nada. No obstante, la UE gasta en el Reino Unido 7.000 millones de euros.
El Reino Unido, que no forma parte de la zona euro y cuenta con su propia moneda (la libra), tiene además un crecimiento económico mayor que muchos de sus 27 socios y esto lo convierte en una deseada fuente de empleo.
El problema de la inmigración tiene dos caras en Gran Bretaña: los ciudadanos del este de Europa que van a buscar trabajo y tienen derecho a entrar sin pedir visa y reciben beneficios sociales (un millón de polacos, por ejemplo) y, por otro lado, los que huyen de las guerras y el hambre.
El movimiento por el brexit busca frenar el flujo de inmigrantes y recuperar el control de sus fronteras.
El 76% de británicos considera que los niveles actuales de inmigración son insostenibles (330.000 personas entre abril de 2014 y marzo del 2015) y 57% cree que esa cifra sería más baja tras la salida de la UE.
La llegada de inmigrantes europeos conlleva una presión sobre servicios públicos; además, la llegada de mano de obra más barata ha hecho bajar los salarios.
Traje a la medida. Para evitar un triunfo separatista en el referendo de este 23 de junio, el primer ministro, David Cameron, negoció esos puntos con los demás socios europeos.
Algunos dicen que la UE le permitió a Londres un traje a la medida, con el peligro de que otros miembros pretendan tener el suyo propio.
En el tema medular, la migración, la UE autoriza a Londres a aplicar un “freno de emergencia” si los ciudadanos comunitarios con trabajo en el Reino Unido suponen una carga excesiva para las finanzas públicas.
Dicho mecanismo permitirá que los europeos que lleguen al Reino Unido a partir del momento en que se ponga en marcha el mecanismo, no puedan, durante siete años, acogerse a beneficios sociales que sí tendrán los trabajadores británicos. Discriminación por pasaporte, la llaman.
Esta concesión desfigura, a juicio de diferentes especialistas, uno de sus principios fundacionales: la libertad de movimiento de trabajadores, su no discriminación y su igualdad en cualquier rincón de Europa.
Lo que puede pasar. En este matrimonio sin amor que llevan el Reino Unido y la Unión Europea desde hace 43 años, el divorcio puede tener consecuencias dolorosas.
Quienes buscan la separación dicen que el Reino Unido no necesita a la UE y puede vivir sin ella. Sin embargo, la economía británica es más dependiente que nunca del mercado europeo.
Según diversos informes, inclusive uno de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), la separación acabaría con 100.000 puestos de trabajo en el distrito financiero de Londres, llamado la Citi, donde el 46% de la inversión extranjera proviene de la UE.
Predicen una devaluación de la libra esterlina que podría llegar a 15%. Del otro lado, una depreciación del euro porque el Reino Unido representa el 16% del PIB de la UE.
Las exportaciones del Reino Unido a la UE constituyen 45% de sus ventas al exterior.
La OCDE teme que la economía británica se contraiga 5% para el año 2030, si sale de la UE. El PIB caería un 3% ya para el 2020.
Reino Unido perdería el acceso sin restricciones al mercado único y el trato preferente con terceros mercados. Esto ocasionará tarifas más altas, contracción del comercio y, paradójicamente, la caída de la inmigración bajaría la productividad.
“ In is in, out is out (dentro es dentro y fuera es fuera)”, dijo el martes el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, al descartar que, de triunfar el brexit , el Reino Unido pueda seguir el modelo de Suiza o Noruega, que les permite disfrutar de los beneficios del mercado único sin ser miembros de la UE.
El brexit podría desestabilizar el territorio británico, pues Escocia, favorable a seguir en la UE, convocaría a un segundo referendo de independencia.
John Ryan, profesor de la London School of Economics, considera que el retroceso político para la UE sería mucho más grave que cualquier colapso económico. Y está el peligro del efecto dominó. Ahora no hay consenso sobre el rumbo del proyecto europeo y esto dificulta contener la crisis.