Atenas AFP Al menos 45 migrantes, entre ellos veinte niños, murieron este viernes en el mar Egeo, al naufragar tres embarcaciones entre las costas griegas y turcas, llevando a 140 el número de refugiados muertos este mes en el Mediterráneo.
Los guardacostas griegos lograron salvar a 74 personas ante el islote de Kalolimnos y ante la isla de Farmakonissi, donde tuvieron lugar los naufragios. El número de muertos es aún provisional.
Según datos difundidos por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), enero de 2016 batió un nuevo y macabro récord de refugiados muertos con respecto a enero de 2015 (82) y a enero de 2014 (12).
A pesar del frío, miles de migrantes, muchos de ellos huyendo de las guerras en Siria, Irak y Afganistán, se aventuran cada día en las aguas del mar Egeo para alcanzar las islas griegas, puerta de entrada a Europa.
Desde comienzos de año, la OIM ha contabilizado 31.000 llegadas a las islas griegas del Egeo oriental, 21 veces más que en enero de 2015.
En este contexto, la canciller alemana Ángela Merkel se entrevistó este viernes en Berlín con el primer ministro turco Ahmet Davutoglu y sus principales ministros para intentar resolver la crisis de los migrantes.
La canciller reafirmó la promesa de la Unión Europea (UE) de noviembre: 3.000 millones de dólares a Turquía a cambio de controlar mejor sus fronteras y luchar contra los traficantes de personas; pero los gobiernos europeos no han logrado financiar su promesa.
La cuenta atrás para resolver la crisis migratoria en Europa empezó esta semana en Davos, donde acudieron algunos de los principales líderes de la región, conscientes de que debían anunciar lo antes posible una solución.
“Tenemos que atajar este problema en las próximas seis a ocho semanas”, advirtió el primer ministro holandés, Mark Rutte, porque “cuando la primavera (abril) vuelva y el número (de migrantes) se cuadruplique, entonces la Unión ya no podrá gestionar” esas llegadas masivas.
La UE está dividida sobre cómo manejar el flujo de gente. Varios países bloquean la entrada y se niegan a los planes de distribuir refugiados, mientras que Alemania les ha dado la bienvenida.
La comisaria de política exterior de la UE, Federica Mogherini, dijo que el bloque se enfrenta a una gran crisis económica si los países miembros comienzan a erigir muros entre ellos, debido a la crisis de refugiados, que restringe el viaje sin fronteras.
El primer ministro húngaro, que construyó vallas en las fronteras de su país con Serbia y Croacia para evitar que los migrantes entraran, elogió a Austria por fijar un límite esta semana al número que aceptará.
“El sentido común ha prevalecido”, dijo Viktor Orban. “Europa no puede recibir enormes grupos de extranjeros de forma ilimitada y descontrolada”. Para Hungría, agregó, “el mejor migrante es el migrante que no viene”.
La frustración por la falta de coordinación fue expresada también por Polonia ante la llegada de migrantes del Este, incluyendo un millón de ucranianos.
Algunas voces surgen para asegurar que esta crisis puede tener ventajas económicas.
El presidente del Banco Central europeo, Mario Draghi, es uno de ellos. Estima que puede ser una “oportunidad” para estimular el crecimiento económico, si bien es demasiado pronto para saberlo.