EDIMBURGO. AFP. El primer ministro británico, David Cameron, hizo ayer un llamado final a los escoceses para que no se vayan del Reino Unido y les avisó de que afrontarían un “divorcio doloroso”.
Esta podría ser la última semana de Cameron como jefe de Gobierno de Escocia y este lunes hizo una apelación final desde Aberdeen, la capital del petróleo del mar del Norte y gran esperanza de prosperidad de los nacionalistas.
Ahí, a dos días del referéndum del jueves, y ante 800 seguidores conservadores, recordó que irse significa quedarse sin libra esterlina, sin pasaporte británico, sin pensiones británicas.
“La independencia no sería un ensayo de separación; sería un divorcio doloroso”, aseguró.
“Sé que la gente que lidera la campaña por el ‘sí’ pinta una Escocia mejor en todo, y puede que sea muy buena dibujando esa estampa. Pero cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad, es porque generalmente no lo es.
”La independencia significaría que dejamos de compartir la misma moneda, significaría que se rompen las Fuerzas Armadas que tantos siglos compartimos, o que no se podrán cruzar tan fácilmente las fronteras”, agregó.
En cuanto al jefe de Gobierno escocés y líder de la campaña independentista, Álex Salmond, este lunes volvió a acusar a Cameron de “orquestar” la respuesta adversa de las grandes empresas a la posibilidad de la independencia.
Por su parte, la Casa Blanca manifestó ayer que la consulta popular sobre la independencia de Escocia es un asunto que compete a los escoceses, pero reconoció que Estados Unidos prefiere que “el Reino Unido siga siendo fuerte, sólido, unido y un socio eficaz”, según Josh Earnest, portavoz del despacho presidencial.