Caracas
El presidente estadounidense, Donald Trump, pasó cuentas este jueves a sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a los que pidió que paguen lo que deben, sin reafirmarles públicamente el compromiso de Estados Unidos con la defensa de Europa.
"En total, 23 de las 28 naciones miembros todavía no pagan lo que deberían pagar y esto es injusto para la gente y los contribuyentes de Estados Unidos", aseguró Trump en un discurso, del que su jefe de la diplomacia, Rex Tillerson, había avanzado que sería "muy duro".
La escenografía, las declaraciones, todo estaba pensado para que el mandatario estadounidense, que en el pasado calificó de "obsoleta" la OTAN y llegó a cuestionar el apoyo a sus aliados en caso de ataque si estos no aumentaban su gasto militar, reafirmara su compromiso con la defensa mutua transatlántica.
Ante un memorial sobre el atentado del 11 de setiembre del 2001, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, recordó, justo antes de las palabras de Trump, que Estados Unidos se convirtió tras ese ataque en el primer aliado en invocar el Artículo 5 del Tratado de Washington que recoge la defensa mutua.
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Sin embargo, el presidente de Estados Unidos prefirió mantener la presión, urgiendo a sus aliados a invertir al menos un 2% de su producto interno bruto nacional en defensa y marcando sus prioridades para "la OTAN del futuro": hacer más contra el terrorismo, respecto a la inmigración y ante "las amenazas desde Rusia".
Para el investigador de Brooking's Institution, Thomas Wright, "esto constituye un gran impacto para los miembros de la OTAN", ya que, en casi 70 años de historia, Trump ha sido el primer inquilino de la Casa Blanca en rechazar explicitar ese compromiso, indicó en Twitter.
En cambio, Stoltenberg consideró, al término de la cumbre, que el líder de la primera potencia militar mundial fue "claro en su compromiso con la OTAN", pero también "fue claro en el mensaje a todos los aliados" respecto a aumentar el gasto militar.
Este es un tradicional reclamo de la administración estadounidense. En el 2014, el entonces presidente Barack Obama consiguió que los aliados se comprometieran a aumentar su gasto militar nacional al 2% del PIB en el plazo de una década.
Junto a Estados Unidos, solo Grecia, Estonia, Reino Unido y Polonia cumplen con ese compromiso, pero otros países, como España (la segunda por la cola con 0,9% de gasto en defensa), piden que se tengan en cuenta otros criterios en el cómputo.
El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, defendió a su llegada que su país "tiene una participación importante en misiones militares" de la OTAN o la ONU.
En un claro acercamiento a las posiciones de Trump, los aliados acordaron la víspera sumar la OTAN a la coalición internacional que lucha contra los yihadistas del grupo Estado Islámico en Irak y Siria, una decisión a la que países como Francia e Italia se mostraban reticentes.
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Celebrada bajo un resplandeciente cielo azul en un caluroso día de primavera, esta cumbre, pensada para inaugurar el nuevo cuartel general de la Alianza, será recordada por los apretones de manos de Trump y su leve empujón a Dusko Markovic, primer ministro de Montenegro que se convertirá en país aliado el 5 de junio.
Su paso por Bruselas, en el marco de su primera gira internacional, le sirvió también para conversar con la primera ministra británica, Theresa May, molesta con Washington por las filtraciones en la prensa estadounidense de informaciones de la investigación del atentado en un concierto de pop en Mánchester que costó la vida a 22 personas.
La jefa del gobierno británico dijo al mandatario estadounidense que la información compartida entre ambas naciones "debe permanecer confidencial", según su vocero.
Y Trump, que durante su discurso pidió un "momento de silencio" por las víctimas del "salvaje atentado", pidió al departamento de Justicia y a "otras agencias relevantes" una "completa investigación" sobre estas supuestas filtraciones de agencias de inteligencia estadounidenses.
El presidente de Estados Unidos, visto como próximo a su homólogo ruso Vladimir Putin, ya estaba en el ojo del huracán, después de haber revelado supuestamente informaciones confidenciales al ministro ruso Serguei Lavrov.
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Rusia fue concretamente uno de los puntos de desencuentro entre Trump y los líderes de las instituciones de la Unión Europea, con quienes se reunió durante la mañana, junto con las cuestiones relativas al comercio internacional y al cambio climático.
"No estoy 100% seguro que podamos decir hoy (...) que tenemos una posición común, una opinión común sobre Rusia", reconoció el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la reunión.
Tras su paso por Arabia Saudí, Israel, El Vaticano y Bruselas, la gira de Trump terminará el viernes y sábado en la ciudad italiana de Taormina (sur), donde asistirá a una cumbre de los siete países más industrializados (G7).