Lisboa
La entrada en prisión preventiva del ex primer ministro portugués José Sócrates, acusado de corrupción y fraude fiscal, provocó un sismo en el mundo político en Portugal, donde otros asuntos sacuden ya a las altas esferas del Estado.
La encarcelación de un ex jefe de Gobierno representa una novedad en este país habituado a ver los numerosos escándalos político financieros entrar en el limbo de un sistema judicial famoso, hasta el momento, por su extrema lentitud.
Esta figura emblemática del Partido Socialista portugués pasó su primera noche en una prisión de Évora, en el sureste del país, después de que el juez de instrucción Carlos Alexandre decretara prisión preventiva para él.
Sócrates, de 57 años, recibió este martes la visita del exministro de Agricultura Luís Capoulas Santos y de su exmujer Sofia Fava, quien describió su estado de ánimo de "muy bueno". "Me pidió que le trajera libros de filosofía en francés", aseguró.
La detención, el viernes por la noche en el aeropuerto de Lisboa, de este controvertido político impactó a la opinión pública portuguesa, que se debatía entre la admiración y la antipatía hacia quien fuera su jefe de Gobierno entre 2005 y 2011.
La justicia investiga grandes sumas de dinero transferidas a una cuenta de Sócrates y su fastuoso nivel de vida, en especial, la compra de un apartamento de lujo en París, que parece no corresponder con los ingresos declarados al fisco.
"La corrupción es un grave problema en Portugal donde el poder político está particularmente expuesto, a causa de las numerosas situaciones de conflicto de intereses", comentó a la AFP João Paulo Batalha, representante en Portugal de la organización no gubernamental Transparency International.
Los partidos políticos, incluso del gobierno de centroderecha, reaccionaron hasta ahora con prudencia, ya que la imagen de la clase política y la del propio país están en juego.
"El caso Sócrates podría afectar a todos los partidos tradicionales y favorecer a los populistas", declaró a la AFP el politólogo António Costa Pinto.
"Los políticos no son todos iguales", se apresuró en decir desde el domingo el actual primer ministro, Pedro Passos Coelho, quien en setiembre también se encontraba en el ojo del huracán por unos ingresos sin declarar durante su mandato como diputado en los años 90.
El golpe es particularmente duro para el Partido Socialista, en campaña para reconquistar el poder durante las elecciones legislativas previstas para 2015.
Y, en especial, el caso es comprometedor para el alcalde de Lisboa, António Costa, exministro de Interior con Sócrates y recientemente elegido secretario general del Partido Socialista.
"Hay que dejar a la justicia hacer su trabajo y confiar en nuestras instituciones", comentó simplemente el martes Costa, quien hasta ahora no ha tomado distancia con la herencia política de Sócrates.
"Las consecuencias del caso Sócrates son aún inciertas, pero siembra dudas sobre una alternancia política en beneficio del Partido Socialista", estimó el politólogo António Costa Pinto.