Palma de Mayorca. AFP. La infanta Cristina, hija menor del rey de España, tomó distancias ayer con las actividades fraudulentas atribuidas a su marido, Iñaki Urdangarin, ante el juez que la interrogó en el marco de un escándalo sin precedentes para la monarquía.
Sentada en un sillón de terciopelo rojo, Cristina, de 48 años, respondió durante siete horas a las preguntas del juez José Castro de Palma de Mallorca –que desde julio de 2010 instruye el denominado ‘caso Nóos’–, del fiscal y los abogados.
La infanta, primer miembro de la familia real imputado por la justicia en toda la historia, había llegado aparentemente tranquila y saludó sonriente a fotógrafos y cámaras de televisión de todo el mundo al bajarse del automóvil negro en el que, acabada la la comparecencia, abandonó el lugar.
El juez Castro sospecha que Cristina, sétima en la sucesión al trono de España, cooperó en las presuntas actividades ilícitas de Urdangarin, imputado junto a un exsocio de malversar 8,3 millones de dólares entre 2004 y 2006 mediante una sociedad sin ánimo de lucro denominada Instituto Nóos.
Una parte de esos fondos habría sido desviada hacia Aizóon, una presunta empresa pantalla propiedad de Cristina y su esposo el 50%. El juez interrogó a la infanta minuciosamente sobre los gastos personales aparentemente pagados con dinero de dicha empresa.
“No sé, no contesto, no me consta, de eso se ocupaba mi marido”, respondió mayoritariamente la infanta, según Manuel Delgado, abogado de la asociación de izquierdas Frente Cívico ‘Somos Mayoría’, una de las acusaciones populares.
“El 95% de las respuestas que da son evasivas”, declaró.
La infanta intentó “no reconocer hechos que la comprometan”, escudándose en que “tenía mucha confianza en su marido”, afirmó Delgado, según el cual Cristina flaqueó ante algunas preguntas pese a su seguridad inicial.
Pero los abogados de Cristina quedaron muy satisfechos. “Hoy no podía ser para la infanta y para sus abogados un día mejor”, consideró el letrado Miquel Roca.
Tras la comparecencia, el juez Castro debería cerrar rápidamente la instrucción y decidir si se abre juicio y contra quiénes.
El magistrado había imputado a la infanta el 7 de enero en un detallado auto de 227 páginas que cayó como una bomba: protegida durante mucho tiempo pero ahora cercada por los escándalos, la monarquía española descubrió que ya no es intocable.
A sus 76 años, y 38 de reinado, Juan Carlos da la imagen de un rey cansado y con incesantes problemas de salud. El deterioro de su imagen se inició con la imputación de Urdangarin en 2011 y se agravó con una costosa escapada a Botsuana para cazar elefantes en 2012, que indignó a una España golpeada por la crisis financiera.